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Blanco y en botella

La política económica no es una ciencia exacta y a veces pasa como en el juego de las siete y media, o no llegas o te pasas. Es lo que le ha ocurrido a José Blanco, que ha pasado de ministro estrella a ministro estrellado. Opinar de todo y sobre todo tiene sus riesgos y la falta de prudencia y el exceso de ambición pasa factura. Los ministros de Hacienda tienen su corazoncito, más si son bandera de género. Formar tándem con María Teresa Fernández de la Vega imprime carácter y cuando suena el móvil es Botín o FG quien llama. “Les habla la Vicepresidenta segunda”, dice muy enérgica la “Vice primera” cuando los periodistas preguntan en Moncloa. Y la “Vice segunda”, que es muy aplicada, trata de explicar unas cuentas y justificar unos gastos haciendo crujir la aritmética, aunque tenga que rectificar al mismísimo Rodríguez Zapatero.

José Blanco se ha empeñado en ningunear a la Sra. que firma los Presupuestos en el BOE y que goza del don de subir y bajar los impuestos. Elena Salgado no sólo tiene que tragar el sapo de rigor que le sirve cada mañana la prensa del día y hacer frente a Cristóbal Montoro, ariete de la oposición, sino sorber la ración de leche envenenada que José Blanco destila como oráculo de Zapatero. “El Arte de la Prudencia”, de Baltasar Gracián, no figura entre los libros de cabecera del ministro de Fomento. Blanco, revestido de Robin Hood, aporta su ración diaria de demagogia barata a la ciencia  económica, consistente en esquilmar a los ricos. Alguien debería llamar al orden a este ministro lenguaraz porque los amigos de Zapatero no son precisamente los cuatro millones seiscientos mil parados que coronan su legislatura, sino José Manuel Entrecanales (Acciona), Florentino Pérez (ACS), Baldomero Falcones (FCC), Rafael del Pino (Ferrovial), Juan Miguel Villar Mir (OHL) y Luis del Rivero (Sacyr),  ricos entre los ricos, a los que, ahora, en un alarde de purismo, les ha dado con la puerta de la Moncloa en las narices.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en el diario La Gaceta (Madrid), el 19 de agosto de 2010

Una huelga de diseño

La moda de los productos de diseño esconde artificios y se contrapone a lo natural. El anuncio de que vamos a una comida de diseño predispone el estómago a pasar hambre y a nuestro bolsillo a gastar un pastón. Un traje o un edificio de diseño suele ser feo de solemnidad a la par que incómodo, aunque nadie ose criticarlo por el qué dirán. Ahora llega al mercado laboral la huelga de diseño o la movilización “sub prime” ya que cuesta mucho más de lo que vale. Los sindicatos no quieren desairar a Zapatero pero ante la presión de la opinión pública enseñarán la patita. Para no poner en un brete al Gobierno, como ocurrió con las que le montaron a González y Aznar, no han convocado una huelga sino una movilización gratis total.

De la defensa de los cuatro millones de parados oficiales y de los cinco reales nada de nada. La movilización del sábado es un lavado de cara de unas organizaciones que están a pachas con el Gobierno en la defensa de sus intereses y de  los que aún  conservan su empleo, jaleados por los liberados sindicales que sumados podrían constituir la mayor empresa de España. Zapatero puede encabezar perfectamente la manifestación ya que el Gobierno se irá de rositas y los palos se los llevará la CEOE y, sobre todo, Esperanza Aguirre.

Si la ministra de Economía escuchara a Trichet y no a los falsos aduladores sabría que el BCE ya nos ha dado un aviso y que los tipos de interés se decantarán por subidas en 2010. Elena Salgado no tiene la opción de devaluar la moneda como Solchaga y así ganar competitividad. Sólo caben medidas de política fiscal en una mano y la reforma laboral en la otra y con ambas escoge el camino equivocado.  Ni siquiera Obama es ya un referente cuando anuncia que lo correcto es bajar los impuestos y no subirlos para crear empleo. El Gobierno tiene tantos frentes abiertos que la manifestación del sábado será casi un bálsamo para su maltrecha credibilidad. Sólo Madrid se beneficiará de la marcha ya que cien mil movilizados, además de gozar del AVE y de “Cortylandia” tendrán que comer y hacer sus necesidades y para ello, como decía el marqués de la Valdavia: «En Madrid y con dinero…, Baden-Baden».

Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 11 de diciembre de 2009

Receta Merkel

1147326_germany_map_1La crisis ha golpeado a todos los Estados, pero hay muchas maneras de salir de ella. En las dos naciones locomotoras del mundo la receta es radicalmente distinta de la española. En Estados Unidos prima la flexibilidad laboral que permite ajustar la producción a la demanda con mucha más facilidad que en Europa. En Alemania, la receta de Angela Merkel es bajar los impuestos. Según la canciller federal alemana, que no hace demagogia con la política de género, bajar sustancialmente los impuestos en la próxima Legislatura es la «forma sensata» de favorecer el crecimiento económico y sacar así al país de la crisis.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con las ideologías de izquierdas o de derechas, pero basta comparar el paro de Alemania o de España para reflexionar acerca de si no estaremos en la senda equivocada. Cuando la suma del paro de Italia y Francia equivale al de España, o cuando comprobamos que el índice de desempleo es en el país germano del 8%, en Japón del 5,2% y en España del 18%, hay motivos sobrados para que el Gobierno examine su política económica.
El «aterriza como puedas» de Zapatero se ha traducido hasta ahora en más desempleo y más déficit y, a partir de este verano, en subidas de impuestos. Exprimir al contribuyente haciendo caer sobre los ciudadanos el peso de la crisis no parece la mejor solución para inspirar confianza.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Razón (Madrid) el 1 de julio de 2009

Foto: Dariusz Rompa