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La Economía, secuestrada

La ascensión de Rubalcaba a la vicepresidencia del Gobierno ha tenido como efecto colateral el secuestro de la economía. El debate sobre los Presupuestos Generales del Estado ha pasado de ocupar las portadas a breves citas en secciones especializadas a pesar de que, por ejemplo, el Partido Popular ha presentado más de 500 enmiendas.

Elena Salgado ha sido eclipsada por el todopoderoso valido de Zapatero, desviando la atención de los asuntos que realmente interesan a los españoles. El PP ha estado a punto de caer en la trampa y, durante unos días, el efecto Rubalcaba les ha tenido descompuestos, pero ha reaccionado poniendo al Gobierno en su sitio. Nada ha cambiado: las previsiones sobre el crecimiento de la economía siguen en décimas; el paro es el principal problema; el consumo de las familias se ha desplomado; aumenta el déficit exterior y disminuye la confianza de los empresarios.

Ha bastado que Cristóbal Montoro hiciera una propuesta realista de reducción del déficit en las televisiones públicas o en los enchufados de la Administración para que crujieran las cuadernas de la nave. Rajoy, abandonando el discurso victimista, les ha castigado el hígado donde les duele, con el paro y las pensiones. Emilio Botín, gran oteador, ha puesto el epitafio a este Gobierno caduco. La negociación con ETA no basta para engatusar a los incautos. La economía está plana y su responsable se muestra huidiza. Hacen falta medidas urgentes que no aguantan 18 meses, entre ellas, embridar el caos autonómico.

De ser un tema tabú se ha convertido en una obviedad. Tampoco la reforma laboral y de las pensiones puede esperar hasta la cita electoral de las municipales. Aznar tuvo visión y nombró a Rato ministro de Economía en la sombra antes de ganar las elecciones. Rajoy podría tomar ejemplo y apuntar ya el hombre que genere confianza y explique las reformas que nos sacarán de la crisis. Si tiene ideas y agallas no se quemará y Rubalcaba tendrá un contrincante de su talla.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid) el 30 de octubre de 2010

La Nación, a debate

El cuaderno azul -o mejor rojo- de Zapatero es inescrutable y si ya envió un mystere a Egipto para destituir al ministro de Cultura, Molina, y sustituirlo por Sinde, también puede enviar este verano una flotilla para recoger los despojos de su Gobierno. Ahora toca el Debate sobre el Estado de la Nación con una oposición apocada que no termina de hincarle el diente a una fiera que se crece en el castigo y otea el horizonte de la aprobación de los Presupuestos a cambio de cromos -léase Diputaciones con el PNV- y maquillaje de la Ley Orgánica del Poder Judicial -léase abstención de CiU-.

El goteo de catástrofes económicas se va consumiendo y los mercados las tienen casi todas descontadas. Para que no haya sustos, la próxima rebaja del rating de España ya se ha anunciado por anticipado y la colocación de esos más de veinte mil millones de euros en deuda que vencen en julio va sin sobresaltos, aunque nos cueste un ojo de la cara. La EPA y los datos del paro registrado tampoco aportarán gran artillería a la oposición. Quedan dos patatas calientes, la reforma del sistema financiero y la subida de impuestos que se avecina, además de las pensiones, y ahí Rajoy debe mojarse.

Soraya Sainz de Santamaría, el ariete del PP, quiere que Zapatero mire hacia el pasado y explique el caos de su gestión, pero el PSOE puede aguarle la fiesta. Los últimos datos de la Central de Balances del Banco de España anuncian una tendencia positiva de la economía a la que se va a agarrar Zapatero como a un clavo ardiendo. En el primer trimestre se ha producido una ligera recuperación de la actividad empresarial con una tasa del valor añadido bruto del 2,6 por 100 que contrasta con una caída del 12,5 por 100 registrada en 2009. No es mucho, pero es oxígeno para un Gobierno que tratará de recomponer los mimbres del cesto de la izquierda y los nacionalistas por mucha huelga general que le monten los sindicatos. De momento, ya tiene la invitación de UGT para el mitin de septiembre en Rodiezmo. Es capaz de ir.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 8 de julio de 2010

Arcadia feliz

El caos aéreo se ha saldado con un coste de mil trescientos millones de euros. Acostumbrados al relativismo que ha impuesto Zapatero en las cuentas públicas parece poco dinero ya que, por ejemplo, es menos de la mitad de lo que vamos a aportar para ayudar a Grecia. El FMI dice que la banca española necesitará veintidós mil millones si el paro alcanza el 24 por 100. Tampoco parece mucho si ya dedicamos al desempleo más de treinta mil millones y el Gobierno ofrece ahora en su mini reforma laboral pagar también ocho días a costa de las arcas públicas. Si el sistema financiero se ve obligado amortizar sesenta mil millones por el deterioro de los activos inmobiliarios tampoco parece una cifra exagerada si partimos de la base de que el año pasado gastamos cien mil millones más de lo que ingresamos.

La morosidad de bancos y cajas, que ya supera el cinco por ciento, la veremos el año que viene por encima del siete y algún economista agorero ya está haciendo cuentas de dos dígitos. Pero Salgado contiene el aliento a la espera de esa décima de oxígeno que, según el BBVA, puede que haya crecido el PIB el pasado trimestre. Si así fuera todo el Gobierno se pondrá un pin verde en la solapa y dará por zanjada la crisis. Quizá ahora Isidro Fainé, al frente de la CECA, contribuya también a dar alguna lección de economía a este gabinete desnortado.

El espejismo de la Arcadia feliz, como en el mito de la caverna de Platón, aleja cada vez más al Gobierno de la realidad, enfrascado en asuntos que poco o nada importan a los ciudadanos. Frente al descrédito de nuestra economía se alzan cada vez más voces exigiendo un cambio de timón. Muchas de ellas desde la izquierda como Joaquín Leguina o Pablo Castellano, a quien nadie podrá tildar de reaccionarios, Fernández Ordóñez o Joaquín Almunia, a los que se ha sumado ahora Carlos Solchaga, que apuntilló al Gobierno por su poca credibilidad y que remató con este juicio sobre el leonés: “Zapatero es como es. No hay que esperar otra cosa”.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el día 22 de abril de 2010