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Cuando quiera Botín

A pesar de que en el discurso oficial de sus líderes el Partido Popular sigue exigiendo la convocatoria de elecciones anticipadas, el mundo económico se ha resignado, una vez despejada la incógnita de Rubalcaba, a que Zapatero agote la legislatura. No obstante, cada vez es más frecuente escuchar la coletilla de que ZP convocará las elecciones cuando Botín quiera. Es más, esta corriente de opinión se ha extendido en los foros económicos de tal forma que muchos empresarios y banqueros creen de buena fe que España está gobernada al alimón por Merkel y Botín y que el actual es un periodo de transición entre el 22-M y la fecha de marzo de 2012 que entronice a Rajoy a través de las urnas.

La banca y el poder político han tenido siempre una especial imbricación aunque, por lo general, los banqueros han sido correa de transmisión de las directrices del Gobierno y no al revés. Aguirre Gonzalo era el brazo ejecutor de la política financiera de Franco; igual que Escámez lo fue de Suárez; Asiaín y Pedro Toledo de Felipe González o Francisco González de la de Aznar. Sin embargo, en esta última etapa de Zapatero, huérfano de apoyos, el líder socialista ha encontrado en el banquero cántabro a su principal valedor.

Muchos españoles que anhelan un cambio de Gobierno comparten las tesis de Botín o al menos las que ellos interpretan como tales. En primer lugar, cumplir las reformas pendientes que terminarán abrasando a Zapatero sin salpicar a Rajoy, como la negociación colectiva, las subidas de impuestos, otra vuelta de tuerca a las prestaciones sociales y a los sueldos públicos y la reforma, hasta donde pueda, del sistema financiero, especialmente de las cajas. Mientras, Rubalcaba se consolida como candidato del PSOE, ya que tan malo es no tener Gobierno como no tener oposición.

A diferencia de otros años, la elaboración de los Presupuestos y sus apoyos parlamentarios preocupan menos, ya que, entre otras cosas, tienen que tener primero el aval de Bruselas y puede ser incluso más duro que el del PP.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el dario LA GACETA (Madrid), el 10 de junio de 2011

http://www.intereconomia.com/noticias-opinion/cuando-quiera-botin-20110610

 

Presupuestos de infarto

La dimisión de Zapatero y la convocatoria de elecciones generales no son un asunto partidista sino una cuestión de Estado. Tras la pérdida de confianza en este Gobierno avalada por el voto de los españoles, el BOE publicó el 24 de mayo dos órdenes ministeriales que secuestran la voluntad de cambio durante lo que queda de este ejercicio y el próximo, gane quien gane en las elecciones de 2012.

Se trata de sendas disposiciones con las normas para la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2012, firmadas por la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado. Esto significa que, a pesar de que el PSOE está roto y los barones del partido tratan de echar a Zapatero y no está claro quién va ser el sustituto/a, la maquinaria del Estado continúa en las mismas manos y se dispone a elaborar, una vez más, la ley más importante en democracia para una nación: la ley de Presupuestos.

Por razones desconocidas sólo achacables al caos de la Administración del Estado, la publicación en el BOE de las normas para la elaboración de los escenarios presupuestarios para 2012-2014 y las normas para la elaboración de los Presupuestos Generales para 2012 se han publicado al límite del tiempo razonable para presentar las cuentas, toda vez que en el citado decreto se insta a los centros gestores a que envíen la propuesta de ingresos y gastos a la Dirección General de Presupuestos antes del 11 de junio, es decir, 14 días hábiles.

A partir de esta fecha –y hasta septiembre– el Gobierno podará las cuentas del Estado, organismos autónomos, Seguridad Social y agencias estatales hasta cumplir los requisitos que imponga Merkel y, después serán subastados al mejor postor entre PNV, CiU y CC para ver quién le presta oxígeno a Zapatero hasta que los albañiles terminen su casa de León.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LAGACETA (Madrid), el 26 de mayo de 2011

Despedir funcionarios: misión imposible

Las medidas de austeridad anunciadas por Cameron en el Reino Unido y Merkel en Alemania han puesto de actualidad el tamaño del sector público y, sobre todo, el hipotético despido de los funcionarios. Cuando Cameron ganó las elecciones anunció que podría recortar hasta 600.000 funcionarios, pero la cifra ya ha bajado a 300.000 y analizando el trasfondo se trata, en realidad, de suprimir cargos y funciones llevadas a cabo por personal contratado en la sanidad, el ejército, la policía o la educación. En la misma línea Ángela Merkel abandera una cruzada contra el despilfarro de la administración, pero tampoco se van a despedir funcionarios de carrera, sino que no se van a reponer las bajas naturales. Algo parecido a lo que se prevé en España en donde el índice de reposición será del 10 por 100, sólo que la norma salta hecha trizas por los contratados, interinos y cargos de libre designación.

España es uno de los países de Europa con más funcionarios, 2.7 millones, superados por Francia (5,2 millones), Alemania (4,5 millones); Polonia (3,5 millones) e Italia (3,4 millones). En proporción por habitantes, la palma se la lleva Suecia (12,3 ciudadanos por funcionario), seguida por  Francia con 12,5; Bélgica, Italia y Portugal con 13,0. España, a pesar de la diferencia de población, tiene la misma proporción que Alemania, 18,2 habitantes por cada funcionario. El porcentaje más eficiente es el de Austria o Luxemburgo, con  23,9 y 21,0, respectivamente.
En Europa coexisten sistemas puros de carrera (Bélgica, Alemania, Grecia o Austria) o de empleo (Suecia) y, con algunas peculiaridades, el Reino Unido. El sistema español de carrera se caracteriza por la inamovibilidad como garantía de la independencia; la selección con carácter general para cuerpos y de forma excepcional para puestos (personal eventual e interino) y régimen especial disciplinario y de incompatibilidades. En cualquiera de los casos, salvo el régimen italiano que ha dado un giro copernicano, las posibilidades de despido son muy remotas.

El paradigma del funcionario como servidor público, investido de un blindaje a perpetuidad, es el francés, en donde el empleado que acredita los conocimientos y titulación adecuada se incorpora a un cuerpo de la administración. En Italia, desde 2001, se está produciendo una revolución administrativa de la función pública con la incorporación del convenio colectivo como relación contractual del funcionario con el Estado; ha desaparecido de facto el acto de nombramiento y se contempla la rescisión unilateral del empleador, es decir el despido. En el Reino Unido convive un sistema dual de estructura abierta que engloba a los altos funcionarios adscritos a los tres escalones más altos de la administración y una estructura cerrada en la que se puede ir ascendiendo por promoción interna. Existe un catálogo de derechos y deberes y un código de gestión que regula la clasificación, indemnización, despidos, etc.

En España el último intento de racionalización de la Función Pública fue promovido por el ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla en 2005. Cuando el plan se presentó el número de funcionarios era de 2.358.000. Hoy, lejos de racionalizarse, ha aumentado casi en otro medio millón. Sevilla pretendía una administración más cooperativa, funcional, eficaz, flexible, cualificada y próxima al ciudadano e incorporaba términos “revolucionarios” como la evaluación, la redistribución geográfica y las jubilaciones anticipadas. El rechazo fue tal que firmó con este plan su propio cese.

Los funcionarios en España sólo pueden ser amonestados o separados del servicio (no existe el término despido) por causas disciplinarias tal como recoge el Estatuto Básico del Empleado Público (Ley 7/2007 de 12 de abril) en los artículos 93 y siguientes. Las causas son tan laxas y el procedimiento tan complejo que hace prácticamente imposible su aplicación y más de forma generalizada por causas económicas o de organización, tal como ocurre con el derecho laboral común.

(Ilustración: Este es uno de los chistes más famosos de Forges y que más circula por la red)

Artículo publicado por  Jesús F. Briceño en la revista EPOCA (Suplemento dominical de LA GACETA) el día 14 de noviembre de 2010

Espiral perversa

El nerviosismo prende con facilidad en el sector financiero. Nadie se fía del vecino, los bancos no se prestan entre sí y acuden al Banco Central Europeo en busca de liquidez. El BCE ofrece barra libre al 1 por 100, prácticamente a tasas de interés negativas descontando la inflación. Con una mora por encima del 5 por 100 la banca duda de los clientes y acude a las emisiones de deuda que emiten los Estados, entre ellos España. Como tampoco se fían mucho de su propio país, tensan las subastas hasta que obtienen tasas de interés de 200 puntos básicos más que el bono alemán, lo que en román paladino significa comprar bonos a diez años por encima del cuatro por ciento. Un negocio redondo y sin riesgo ya que, de momento, España no va a quebrar por muchas meteduras de pata de Zapatero en los dos años que le quedan en el machito. Gracias a Dios, ya están Obama, Sarkozy y Merkel al quite.

Pero el negocio no acaba aquí, con los bonos, letras o pagarés en la cartera acuden una vez más al BCE portando estos títulos como garantía y vuelven a comprar deuda con un diferencial de escándalo a costa del erario público, es decir de nuestro bolsillo. El siguiente paso es poner a funcionar la red comercial y vender parte de esa deuda entre clientes solventes a los que endosan el papel a cambio de una suculenta comisión. La operativa no puede ser más sencilla ni más lucrativa. Y por comprar barato y vender caro sin riesgo se siguen pagando bonus estratosféricos a sus ejecutivos.

Los mercados están inquietos porque España tiene que colocar este mes de julio 24.663 millones de euros. Justo el día 15, día del Debate del Estado de la Nación, toca la emisión de bonos a diez años. Hay bancos que ya están tensando la cuerda de la solvencia de España para elevar la tasa de interés de las subastas del Tesoro. El Gobierno tiene que acabar con una espiral perversa que enriquece a la banca y empobrece al país, pero dada la escasa credibilidad de nuestro ejecutivo, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 1 de julio de 2010

Zapatero, sin crédito

Conocen la crisis por los periódicos o quizá a través de algún familiar, como Casillas, pero no la sufren en sus carnes. Los tres ex ministros de Economía del PSOE, Boyer, Solchaga y Solbes dan recetas sobre España con la frialdad del forense que disecciona un cadáver.

Terminada la clase cada cual a su nicho de oro. Los tres se lamentan de que no podamos devaluar la moneda, ese arma secreta de los Gobiernos que nos hace más pobres con nocturnidad y alevosía, pero salva la balanza de pagos. Los tres tenores de la economía son expertos en ajustes duros pero a Zapatero ni tocarlo, sólo algún pellizco de monja. Los culpables de la crisis son Merkel y Rajoy. La primera, por cargar sobre la deuda de España las consecuencias de la reunificación alemana, y el segundo –según José Blanco–, por antipatriota.

Zapatero acude este fin de semana al gran examen de Europa. Los eurócratas saben que es un presidente desacreditado y pretenden cebarse con España, aunque otros países tienen el techo de cristal. A Salgado le han mandado volver en septiembre con un recorte adicional del déficit. Pintan bastos en Bruselas y quieren poner de rodillas a España con el chantaje del fondo de rescate de la UE o del FMI. A lo que UGT y CC OO responden con una huelga general másIVA en septiembre y no con mayor productividad. Zapatero reconoce que su Gobierno no genera credibilidad. La prima de riesgo alcanza máximos el día que presenta una reforma laboral con despido barato y tramitación política incierta.

Los mercados son voraces y no cejarán en su acoso hasta que el Gobierno humille y se declare insolvente o mande un mensaje inequívoco de firmeza y austeridad. Rato pide que se acabe con el goteo y se pongan todas las medidas encima de la mesa para ganar la confianza perdida. Zapatero está amortizado, pero aún tiene el futuro de España en sus manos, aunque ya lo ha dicho Solchaga: los líderes actuales no están a la altura de las circunstancias.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en La Gaceta (Madrid) el 17 de junio de 2010

Rajoy, átate los machos

El mundo económico está dividido, como el día de la votación del zapaterazo. De un lado desean la quiebra del Gobierno del PSOE por incompetente; del otro contienen el aliento y anhelan que el espurio voto de Duran i Lleida contenga a los mercados. Zapatero es un animal político que no está dispuesto a convocar elecciones para perderlas. Por su parte, Rajoy tiene que cabalgar sobre la cresta de la ola de unas encuestas favorables que sólo son una letra de cambio a dos años vista. El calendario lo sigue marcando el vicepresidente económico, Cándido Méndez, a quien el precio de la deuda de España le importa una higa.

La semana que viene Salgado acudirá al Ecofin en busca del aprobado que dará un balón de oxígeno al Gobierno hasta la presentación de los PGE. El 8 de junio, huelga controlada de la función pública para que UGT y CC OO se rediman ante sus bases. El día 17, Consejo de primavera de la UE en donde Zapatero se hará la foto con Merkel, Sarkozy, Cameron y Berlusconi. Poco después, el día 26, fin de fiesta musical para terminar de enterrar los noventa millones que nos ha costado la Presidencia Española de la UE. Y siempre con el rabillo del ojo siguiendo los partidos de la Selección Española de Fútbol, que apaciguarán los ánimos y harán olvidar la crisis por unos días.

A todo esto Rajoy, en su momento más dulce, esperando que le pongan el toro en suerte, pero ni habrá elecciones anticipadas, ni moción de censura, ni de confianza. Zapatero quiere ir al Debate del Estado de la Nación del 15 de julio con la reforma laboral en una mano y el impuesto para los ricos en la otra. Así ya no habrá tiempo para convocar la huelga general con la que sueña el PP. En septiembre, a negociar con el PNV los Presupuestos y en diciembre –tras las elecciones catalanas– la llave la tendrá CiU. Si el Gobierno consigue colocar la deuda, aunque sea a precios astronómicos, Zapatero aguantará el tirón y está dispuesto a pelear las municipales. Su lema: detrás de mí, el diluvio.

Artículo publicado en La Gaceta (Madrid) por Jesús Fernández Briceño, el 6 de junio de 2010

Zapatero manostijeras

Zapatero se ha tragado con mástil incluido su desplante a la bandera americana. Obama le ha recordado quién manda aquí y le ha dado una lección de economía en veinte minutos. Los experimentos con gaseosa, como le espetó Eugenio D’Ors a un camarero tan bisoño como ZP que derramó una botella de champagne sobre su chaqueta. ¿Se acuerdan cuando Zapatero negaba la crisis? ¿Se acuerdan cuando Zapatero daba clases de economía al G-20? ¿Se acuerdan cuando la vicepresidenta De la Vega desautorizó al secretario de Estado Carlos Ocaña porque habló de congelar los salarios de los funcionarios?

Hasta aquí hemos llegado y lo que no ha sido capaz de conseguir una oposición timorata y unos partidos nacionalistas egoístas lo ha conseguido Obama, el mayor contribuyente del FMI, y Merkel, la mayor contribuyente de la Unión Europea. EE.UU. y Alemania se rascan el bolsillo para salvar “in extremis” economías manirrotas como la española y eso les da derecho de veto. La poca soberanía que nos quedaba tras nuestro ingreso en la UE la ha dilapidado Zapatero. Ahora nos harán las cuentas y podemos ahorrarnos seis meses de debates de los Presupuestos en el Congreso. Durante los próximos años España va a ser un protectorado de los organismos internacionales.

Los paganos de la crisis por la ineptitud de este Gobierno serán  los de siempre: funcionarios, pensionistas, madres, dependientes, parados y enfermos. Se acabó la fiesta, pero de pedir perdón a los españoles, a los cuatro millones y medio de parados, nada de nada. Lo peor, que estas medidas para evitar la bancarrota retrasarán la recuperación, y sin recuperación no hay empleo, y sin empleo habrá déficit…, y con déficit no cumpliremos el nuevo plan de estabilidad y habrá que dar otra vuelta de tuerca. Rajoy quiere que Zapatero se consuma en su propia salsa y que la calle, tras la ruptura del idilio con los sindicatos, abone el terreno para presentar una moción de censura o pedir la convocatoria de elecciones anticipadas.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid) el 13 de mayo de 2010

Paro y «trinque»

En un reciente foro económico una empresaria de éxito explicó que había decidido no leer periódicos durante varios meses para huir de la depresión. No sólo sobrevivió sino que su empresa es hoy más próspera. Yo no se lo recomiendo a nadie, y si algún diario deben salvar de la pira del desprecio mediático, indulten a LA GACETA. Es posible que ayer un español informado hubiera preferido nacionalizarse andorrano. O, por qué no, ciudadano del Reino Unido, que allí un socialista como Gordon Brown es capaz de convocar elecciones anticipadas, o de Alemania, donde Ángela Merkel defiende cada euro con uñas y dientes.

Cinco siglos después poco ha cambiado España de la magistral descripción de la Sevilla de finales del XVI que relata Cervantes en Rinconete y Cortadillo. Paro y trinque, lo mismo que podemos leer hoy en todos los diarios. Es posible que la trama Gürtel no sea la Filesa del PP, pero es un patio de monipodio que apesta. Si no lo hace por sus militantes, los 4.166.618 parados, muchos de los cuales ven en el PP una alternativa para encontrar un puesto de trabajo, exigen de Rajoy que expulse del partido a los corruptos. Los mismos que tienen derecho a que José Bono explique la elasticidad del dinero público para fines privados. Quizá sea una inestimable contribución a la teoría económica, más encomiable aún que los beneficios del coche eléctrico o las energías renovables.

Precisamente esta semana asistimos a la puesta de largo de los planes para la implantación de la economía sostenible con un denominador común: la subvención. Las ocurrencias de Zapatero contra la crisis se basan en que cada puesto de trabajo que se crea cuesta dinero, sin contar el despilfarro generalizado a través de los ministerios superfluos. Si el ampurdanés Josep Pla viviera volvería a pronunciar su famosa frase al descubrir Nueva York convertida en un ascua de luz: “¿Quién paga todo esto?”

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid) el 8 de abril de 2010

Parados a tiempo parcial

Todo parece indicar que el Gobierno ha renunciado a la foto que tanto buscó con los agentes sociales antes del verano. Entonces  Zapatero, gran timonel del Plan E, esperaba recoger los réditos de los brotes verdes, pero hoy el presidente del Gobierno es un activo devaluado que, salvo para el sindicato de la ceja, nadie quiere como compañero de viaje. Gerardo Díaz Ferrán lanzó en el mes de julio un órdago muy jaleado por la oposición, pero UGT y CCOO respondieron con un pulso apoyado por el Gobierno que desbarató los planes de la CEOE. De nada sirvió el apoyo del Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en favor de una reforma laboral “anticrisis” o las tesis del Comisario de Economía de la UE, Joaquín Almunia, sobre la  “flexiseguridad”.

La fuerza de quien tiene el BOE en la mano se ha impuesto a los empresarios que darán su brazo a torcer y se plegarán a las demandas de los sindicatos de retomar el diálogo social firmando los convenios pendientes con incrementos salariales que no estarán indexados a la inflación, ya que por esa vía el año próximo habría que bajar los sueldos. A cambio se abre el melón de un remedo de reforma laboral que no aborda el meollo de la cuestión, que es la indemnización por despido.
Lo moneda de cambio será una rebaja de las cotizaciones sociales,  más testimonial que efectiva, ya que a nadie le interesa ahora un incremento de la conflictividad. Elena Salgado le pisa la manguera a Celestino Corbacho y saca otro conejo de la chistera que incrementará el déficit, como es el paro a tiempo parcial, basado en la reducción de la jornada laboral y el cobro de la prestación por desempleo. En Alemania funciona porque Ángela Merkel ha bajado los impuestos para reactivar la economía, pero en España será una fórmula más para edulcorar el número de parados y aumentar el gasto.

Superar el listón del 20 por 100 de paro en la próxima EPA le va aguar la fiesta del G-20 y de la presidencia europea al Gobierno Zapatero y todo vale para escamotear unos cientos de miles de nuevos parados. Ni las fotos con Obama ni el despliegue internacional que tiene previsto el Gobierno en el próximo semestre podrán ocultar que somos la primera potencia europea en generación de paro. Ahora que abundan los reportajes sobre la caída del muro de Berlín parece increíble que sólo alguno de aquellos satélites de Moscú esté hoy peor que nosotros.

Artículo publicado por Jesús Fernández Briceño en La Gaceta (Madrid), el 12 de noviembre de 2009