Arcadia feliz

El caos aéreo se ha saldado con un coste de mil trescientos millones de euros. Acostumbrados al relativismo que ha impuesto Zapatero en las cuentas públicas parece poco dinero ya que, por ejemplo, es menos de la mitad de lo que vamos a aportar para ayudar a Grecia. El FMI dice que la banca española necesitará veintidós mil millones si el paro alcanza el 24 por 100. Tampoco parece mucho si ya dedicamos al desempleo más de treinta mil millones y el Gobierno ofrece ahora en su mini reforma laboral pagar también ocho días a costa de las arcas públicas. Si el sistema financiero se ve obligado amortizar sesenta mil millones por el deterioro de los activos inmobiliarios tampoco parece una cifra exagerada si partimos de la base de que el año pasado gastamos cien mil millones más de lo que ingresamos.

La morosidad de bancos y cajas, que ya supera el cinco por ciento, la veremos el año que viene por encima del siete y algún economista agorero ya está haciendo cuentas de dos dígitos. Pero Salgado contiene el aliento a la espera de esa décima de oxígeno que, según el BBVA, puede que haya crecido el PIB el pasado trimestre. Si así fuera todo el Gobierno se pondrá un pin verde en la solapa y dará por zanjada la crisis. Quizá ahora Isidro Fainé, al frente de la CECA, contribuya también a dar alguna lección de economía a este gabinete desnortado.

El espejismo de la Arcadia feliz, como en el mito de la caverna de Platón, aleja cada vez más al Gobierno de la realidad, enfrascado en asuntos que poco o nada importan a los ciudadanos. Frente al descrédito de nuestra economía se alzan cada vez más voces exigiendo un cambio de timón. Muchas de ellas desde la izquierda como Joaquín Leguina o Pablo Castellano, a quien nadie podrá tildar de reaccionarios, Fernández Ordóñez o Joaquín Almunia, a los que se ha sumado ahora Carlos Solchaga, que apuntilló al Gobierno por su poca credibilidad y que remató con este juicio sobre el leonés: “Zapatero es como es. No hay que esperar otra cosa”.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el día 22 de abril de 2010

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