Una EPA de infarto

La crisis ha tenido un efecto didáctico sobre el lenguaje económico y ahora se habla con familiaridad de algunos conceptos que antes estaban reservados para los expertos. Entre estos, el IPC, el euríbor, el paro registrado o la EPA son de lo más popular. Sin embargo, el Gobierno pretende, a través de la simplificación de los términos, vender fracasos como si fueran éxitos. Por ejemplo, hemos escuchado hasta la saciedad que España era uno de los países con menos déficit de la OCDE en términos de PIB o que nuestra deuda era muy inferior a la de otros países de nuestro entorno.

También se han exagerado las bondades de la carga fiscal que soportamos, ya que en las explicaciones del Gobierno siempre quedamos por debajo de nuestros vecinos o hasta con las gasolinas, que parece que tuviéramos que dar gracias por pagar sin rechistar el precio actual.

Hoy vamos a tener un ejemplo de esta manipulación informativa con la publicación de la EPA correspondiente al primer trimestre del año.
Que la EPA va a ser mala ya se ha encargado el ministro de Trabajo e incluso el Secretario General de CC OO, Toxo, de anunciarlo para amortiguar su impacto. Pero el Gobierno se reserva un as en la manga y es lanzar las campanas al vuelo porque, previsiblemente, no se van a superar los cinco millones de parados. En la última encuesta nos quedamos en 4.696.000 parados, por lo que para llegar a la mítica cifra de los cinco millones se necesitan 304.000 nuevos desempleados, es decir casi 4.000 nuevos parados diarios.

Todo parece indicar que esta cifra puede ser del orden de la mitad, por lo que el número de parados podría situarse en poco más de 4.800.000. En porcentaje partimos del 20,33% y, si sube la población activa, puede que est ratio no tenga un cambio significativo y el Gobierno pretenda vender esta cifra como un éxito de contención. Nada más lejos de la realidad ya que si sube la población activa es debido a que más miembros de la familia buscan un empleo ante las dificultades para llegar a fin de mes.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en el diario LA GACETA (Madrid), el 29 de abril de 2011

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