Los viernes, susto o muerte

Rajoy ha anunciado que convertirá cada viernes, fecha habitual del Consejo de ministros, en un nuevo Halloween. “Susto o muerte” es la consigna gubernamental a la hora de presentar las reformas y ajustes que exige la actual coyuntura económica. Los ministros hacen de la necesidad virtud intentando salvar algo del naufragio, pero al final optan por la vía más rápida y fácil que es hacer pagar más a los ciudadanos. Aparte de esa dudosa amnistía fiscal que trata de atraer al redil unos miles de millones de euros, poca imaginación le han echado nuestros gobernantes a la crisis, ya que los problemas van siempre por delante de las soluciones.

A estas alturas del año estamos sin presupuestos y con los grupos parlamentarios enzarzados en minucias, mientras el ejecutivo gobierna por decreto ley o por “canutazo”, que es como se denomina en el argot periodístico esas declaraciones de pasillo que hurtan la tribuna del Congreso. La reforma financiera, piedra angular de la salida de la crisis, lleva meses  empantanada y preñada de rumores que tienen en un brete la credibilidad de la banca. La situación laboral es un despropósito de tamaña envergadura en donde la realidad ha superado con creces la ficción de unas normas anquilosadas y de unos sindicatos que no ven tres en un burro.

Para muchos españoles el principal problema ya no es el paro, es que están trabajando sin cobrar con la esperanza de mantener un empleo y el siguiente paso de este esperpento es tener que pagar por trabajar. Los anuncios de subidas de impuestos, tasas y arbitrios son el pan nuestro de cada día, mientras que las reformas que tienen que ver con el despilfarro y el ahorro se dilatan en discusiones estériles. Ahora estamos a vueltas con el IVA, lanzado por el ministro De Guindos en una rueda de prensa, a ver qué pasa. Se gobierna a base de globos sonda, como el de los peajes en las autovías, igual que se hizo con el copago, y al final, como en el cuento, la rana siempre se convierte en príncipe.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 13 de mayo de 2012

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