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Eutanasia para el Gobierno

Acierta Zapatero al convocar a los 30 empresarios que son punta de lanza de la economía y del Ibex, pero yerra si cree que con esta foto soluciona el problema de credibilidad de España. Si cada uno de estos 30 empresarios se comprometiera a crear en Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola, Endesa, La Caixa, Caja Madrid, El Corte Inglés, etc. mil puestos de trabajo, se habrían creado de golpe treinta mil empleos, menos de la mitad de los destruidos en octubre. Si, por el contrario, se reuniera con los representantes de autónomos y pymes y éstos se comprometieran a crear un solo puesto de trabajo por barba se crearían cinco millones de empleos.

Las grandes empresas, en aras de la eficiencia, son destructoras netas de empleo, bien a través de EREs o de deslocalizaciones, con independencia de su necesaria internacionalización, y sus resultados dan fe de que, en gran medida, provienen ya de fuera de España.

El principal problema de nuestra economía no está en la cúpula, sino en la base. ¿Qué hace que alguien arriesgue su capital para abrir un negocio o invertir en bonos u acciones? Evidentemente, la confianza. Los intereses de la España real distan mucho de los de la clase política. Los empresarios van a pedir austeridad en la administración, unidad de mercado y una reforma laboral y de pensiones que no penalice las cuentas públicas. España no es Irlanda. Vale ¿y qué? A pesar de los esfuerzos del Gobierno cada vez toma más cuerpo la hipótesis de un rescate de la economía española que costaría medio billón de euros.

El Gobierno dice que ha hecho todo lo que está en su mano y presenta, incluso, datos como los de déficit, que avalan sus tesis, pero no convence ni dentro ni fuera de España. ¿Por qué prolongar esta agonía? Si el último cartucho del Gobierno para la primavera es una ley de eutanasia o muerte dulce, bien podría aplicársela a sí mismo y ahorrarnos los sufrimientos hasta la convocatoria de elecciones en 2012.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 25 de noviembre de 2010

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Quién cree a España

Tiene razón el Gobierno, Irlanda no es España y los mercados nos penalizan por el miedo al contagio. Pero también tiene razón la oposición cuando avisa de que la política económica necesita un cambio de timón que nos saque de este pelotón de los torpes junto con Grecia, Irlanda y Portugal. No es lo mismo el 30% de déficit de Irlanda que el 9,3% de España; ni es equiparable el PIB ni otros datos macro, pero tampoco es lo mismo el 10% de paro de estas naciones señaladas como apestadas y el 20% de nuestro país. Puede que España no corra riesgo de muerte súbita, pero está en la UVI con un encefalograma económico plano. Sin crecimiento no hay vida y sin vida no hay empleo, y el paro se lleva por delante lo mejor de nuestros recursos.

Hace una década, las economías más fuertes de Europa, especialmente el eje franco-alemán, plantearon la Europa de dos velocidades. Aznar encabezó la rebelión de los países periféricos frente a esta ley del embudo que pretendían imponer los países ricos. España hizo un esfuerzo ímprobo por cumplir los criterios de convergencia y ascender a la primera división del euro. Casi todo lo conseguido se ha tirado por la borda dando la razón a aquellos que preconizaban una división de segundo rango para españoles, portugueses y griegos.

La pelota está hoy en el tejado del Gobierno. Los mercados nos miran con lupa y quieren hechos y no palabras. Esta semana hemos tenido un ejemplo en el Encuentro Financiero organizado por Caja Madrid. El Gobernador del Banco de España presentó un análisis claro, concreto y con fecha de caducidad sobre el sector financiero. Rajoy denunció la “pasividad” y la “inacción” del Zapatero. Rato explicó que no hay confianza en la economía porque no la hay en el Gobierno. Por su parte, el ministro de Fomento, José Blanco, volvió a ofrecer un millón de puestos de trabajo verdes ante el estupor general.

Artículo publicado en el diario LA GACETA (Madrid) por Jesús F. Briceño, el 18 de noviembre de 2010

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Despedir funcionarios: misión imposible

Las medidas de austeridad anunciadas por Cameron en el Reino Unido y Merkel en Alemania han puesto de actualidad el tamaño del sector público y, sobre todo, el hipotético despido de los funcionarios. Cuando Cameron ganó las elecciones anunció que podría recortar hasta 600.000 funcionarios, pero la cifra ya ha bajado a 300.000 y analizando el trasfondo se trata, en realidad, de suprimir cargos y funciones llevadas a cabo por personal contratado en la sanidad, el ejército, la policía o la educación. En la misma línea Ángela Merkel abandera una cruzada contra el despilfarro de la administración, pero tampoco se van a despedir funcionarios de carrera, sino que no se van a reponer las bajas naturales. Algo parecido a lo que se prevé en España en donde el índice de reposición será del 10 por 100, sólo que la norma salta hecha trizas por los contratados, interinos y cargos de libre designación.

España es uno de los países de Europa con más funcionarios, 2.7 millones, superados por Francia (5,2 millones), Alemania (4,5 millones); Polonia (3,5 millones) e Italia (3,4 millones). En proporción por habitantes, la palma se la lleva Suecia (12,3 ciudadanos por funcionario), seguida por  Francia con 12,5; Bélgica, Italia y Portugal con 13,0. España, a pesar de la diferencia de población, tiene la misma proporción que Alemania, 18,2 habitantes por cada funcionario. El porcentaje más eficiente es el de Austria o Luxemburgo, con  23,9 y 21,0, respectivamente.
En Europa coexisten sistemas puros de carrera (Bélgica, Alemania, Grecia o Austria) o de empleo (Suecia) y, con algunas peculiaridades, el Reino Unido. El sistema español de carrera se caracteriza por la inamovibilidad como garantía de la independencia; la selección con carácter general para cuerpos y de forma excepcional para puestos (personal eventual e interino) y régimen especial disciplinario y de incompatibilidades. En cualquiera de los casos, salvo el régimen italiano que ha dado un giro copernicano, las posibilidades de despido son muy remotas.

El paradigma del funcionario como servidor público, investido de un blindaje a perpetuidad, es el francés, en donde el empleado que acredita los conocimientos y titulación adecuada se incorpora a un cuerpo de la administración. En Italia, desde 2001, se está produciendo una revolución administrativa de la función pública con la incorporación del convenio colectivo como relación contractual del funcionario con el Estado; ha desaparecido de facto el acto de nombramiento y se contempla la rescisión unilateral del empleador, es decir el despido. En el Reino Unido convive un sistema dual de estructura abierta que engloba a los altos funcionarios adscritos a los tres escalones más altos de la administración y una estructura cerrada en la que se puede ir ascendiendo por promoción interna. Existe un catálogo de derechos y deberes y un código de gestión que regula la clasificación, indemnización, despidos, etc.

En España el último intento de racionalización de la Función Pública fue promovido por el ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla en 2005. Cuando el plan se presentó el número de funcionarios era de 2.358.000. Hoy, lejos de racionalizarse, ha aumentado casi en otro medio millón. Sevilla pretendía una administración más cooperativa, funcional, eficaz, flexible, cualificada y próxima al ciudadano e incorporaba términos “revolucionarios” como la evaluación, la redistribución geográfica y las jubilaciones anticipadas. El rechazo fue tal que firmó con este plan su propio cese.

Los funcionarios en España sólo pueden ser amonestados o separados del servicio (no existe el término despido) por causas disciplinarias tal como recoge el Estatuto Básico del Empleado Público (Ley 7/2007 de 12 de abril) en los artículos 93 y siguientes. Las causas son tan laxas y el procedimiento tan complejo que hace prácticamente imposible su aplicación y más de forma generalizada por causas económicas o de organización, tal como ocurre con el derecho laboral común.

(Ilustración: Este es uno de los chistes más famosos de Forges y que más circula por la red)

Artículo publicado por  Jesús F. Briceño en la revista EPOCA (Suplemento dominical de LA GACETA) el día 14 de noviembre de 2010

La crisis del G-20

No es cuestión de tirar piedras contra nuestro propio tejado y la presencia de España en el G-20, con silla propia o prestada, aunque sea Zapatero quien nos represente, siempre es un aliciente. Aznar puso el listón más alto, aspiraba a un puesto en el G-8 y estuvo a punto de conseguirlo, pero la guerra del Irak y el 11-M dieron al traste con el sueño de este pequeño De Gaulle español. En los dos libros clásicos sobre relaciones internacionales, La vida internacional, de Marcel Merle, y La sociedad internacional, de nuestro compatriota y ex miembro del Tribunal Constitucional Antonio Truyol, España es el gran ausente en el mapa político mundial.

Sucesivos Gobiernos, desde Calvo Sotelo (ya que Suárez estaba absorto en la reforma política) a Zapatero, han devuelto a España el protagonismo que atisbó cuando Salvador de Madariaga ocupó la presidencia de la Sociedad de Naciones, embrión de la ONU.

Sin embargo, las reuniones del G-20, desde la cumbre de Washington celebrada el 15 de noviembre de 2008, pasando por las de Londres, Pittsburg y Toronto –estas últimas bajo el mandato de Obama– han defraudado las expectativas que los ciudadanos habíamos puesto en los líderes mundiales para superar la crisis.

Las grandes decisiones se siguen tomando por los bancos centrales o, más directamente, por la Reserva Federal de los EE UU o por su homólogo en China. La próxima cumbre de Seúl nace con los peores augurios y los sherpas que preparan las reuniones se curan en salud anunciado un acuerdo de mínimos que enmascare la guerra de divisas que se ha desatado en todo el mundo en un “sálvese quien pueda”. A falta de propuestas y con el declive del presidente Obama como telón de fondo, Zapatero repite traje en esta cumbre del G-20, ya que llevará las mismas propuestas que esbozó en la OIT el pasado mes de junio.

Propuestas abocadas al más absoluto de los fracasos con una huelga general de por medio y una crisis institucional sin precedentes. Ante este panorama, podían ahorrarse el gasto.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta, el 11 dee noviembre de 2010.

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Las barbas de Obama

Obama pasará a la historia por haber sido el primer presidente negro de los EE UU, pero no por haber sido su mejor presidente. Algo parecido a Zapatero, que pasará a la historia por haber sido el primer presidente de León. Nadie le quita el mérito a Obama en su afán por desterrar las desigualdades raciales, pero  no ha sido el líder que el mundo esperaba para superar la crisis, ni dentro ni fuera de su país. A pesar de su aparente robustez, la economía americana va dando bandazos sin que las medidas adoptadas y la ingente inyección de dinero público en el sistema financiero estén dando sus frutos.  EE UU es hoy la economía más endeuda del mundo con cifras de vértigo y los electores, que son los depositarios de la soberanía nacional, han dicho basta. Nuevamente se ha puesto en marcha la máquina del dinero de la FED  para comprar una emisión de bonos con los que reactivar una economía mortecina en el umbral de la deflación.

Obama ve como el glamur de su mandato se apaga sin que sepa explicar muy bien a dónde fueron los cientos de miles de millones empleados en el salvamento de unos bancos podridos que le han devuelto la moneda con un incremento espectacular del bonus de sus ejecutivos, que siguen lucrándose gracias a un sistema de remuneración perverso. Mientras, en España cobra cada vez más valor ese refrán que dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar…” Y es que las urnas ponen y quitan rey en un abrir y cerrar de ojos. La OCDE vuelve a echar un jarro de agua fría a las expectativas de crecimiento y si la locomotora germana no tira aquí no se creará empleo. Si hoy la noticia fuera que la población de Ciudad Real ha desaparecido del mapa nos habríamos levantado sobresaltados. Pues esa es la traducción del último dato del paro registrado. Casi 70.000 españoles más apuntados en el INEM. Quizá por eso un banco señero como el BBVA no espera obtener en el futuro más de un 10 por 100 de sus resultados en España. Da que pensar.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madird) el 5 de noviembre de 2010

La Economía, secuestrada

La ascensión de Rubalcaba a la vicepresidencia del Gobierno ha tenido como efecto colateral el secuestro de la economía. El debate sobre los Presupuestos Generales del Estado ha pasado de ocupar las portadas a breves citas en secciones especializadas a pesar de que, por ejemplo, el Partido Popular ha presentado más de 500 enmiendas.

Elena Salgado ha sido eclipsada por el todopoderoso valido de Zapatero, desviando la atención de los asuntos que realmente interesan a los españoles. El PP ha estado a punto de caer en la trampa y, durante unos días, el efecto Rubalcaba les ha tenido descompuestos, pero ha reaccionado poniendo al Gobierno en su sitio. Nada ha cambiado: las previsiones sobre el crecimiento de la economía siguen en décimas; el paro es el principal problema; el consumo de las familias se ha desplomado; aumenta el déficit exterior y disminuye la confianza de los empresarios.

Ha bastado que Cristóbal Montoro hiciera una propuesta realista de reducción del déficit en las televisiones públicas o en los enchufados de la Administración para que crujieran las cuadernas de la nave. Rajoy, abandonando el discurso victimista, les ha castigado el hígado donde les duele, con el paro y las pensiones. Emilio Botín, gran oteador, ha puesto el epitafio a este Gobierno caduco. La negociación con ETA no basta para engatusar a los incautos. La economía está plana y su responsable se muestra huidiza. Hacen falta medidas urgentes que no aguantan 18 meses, entre ellas, embridar el caos autonómico.

De ser un tema tabú se ha convertido en una obviedad. Tampoco la reforma laboral y de las pensiones puede esperar hasta la cita electoral de las municipales. Aznar tuvo visión y nombró a Rato ministro de Economía en la sombra antes de ganar las elecciones. Rajoy podría tomar ejemplo y apuntar ya el hombre que genere confianza y explique las reformas que nos sacarán de la crisis. Si tiene ideas y agallas no se quemará y Rubalcaba tendrá un contrincante de su talla.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid) el 30 de octubre de 2010

Ministro del paro bis

Un año en la vida de cualquier ser vivo, aunque no sea humano, como LA GACETA, es mucho tiempo y este diablo cojuelo ha levantado los tejados de  muchos patricios que habían hecho de la política o los sindicatos un cenagal. Este diario, además,  ha sido testigo del mayor descalabro de la economía española, sin parangón con ningún otro periodo desde nuestra Guerra Civil. Pasemos por alto la pérdida de valores morales, identitarios o de soberanía nacional para centrarnos en las cosas de comer y los análisis coinciden en que ha sido un verdadero desastre.

Jamás se había visto un agujero tal en las cuentas públicas, con una deuda de seiscientos mil millones de euros, que se dice pronto, y que duplica la que encontró este gobierno al principio de la legislatura. Ha sido el año de los récords para olvidar, el de mayor déficit, el de mayor destrucción de empleo, el de mayor pérdida de derechos sociales, el de mayor cierre de empresas, el de mayor riesgo de suspensión de pagos, el del descrédito internacional…, y así, suma y sigue.

Este gobierno ha generado 1.500 desempleados diarios desde el pasado 21 de octubre de 2009. Más de 522.000 nuevos parados, seis estadios como el Santiago Bernabéu llenos hasta la bandera. Tan sólo tres meses se han salvado de la quema (abril, mayo y junio) a costa de enterrar en sucesivos “Planes E” quince mil millones de dinero público. Provincias entera podrían haber desaparecido, mes a mes, como el pasado enero, con 124.890 nuevos parados. Entre agosto y septiembre ya superamos otra vez los cien mil “oferentes de empleo” y la EPA del tercer trimestre será otro jarro de agua fría sobre unos PGE que  reconocen su incapacidad para crear empleo. La guinda la pone el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, que se manifestó el día de la huelga general del brazo de los sindicatos en contra de la reforma laboral. Pues tendrá que explicarse, a no ser que por sentarse en el Consejo no le importe suceder a Corbacho como el ministro del paro bis.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 21 de octubre de 2010

Rajoy: “Estos PGE son perniciosos por sus contenidos y lamentables por sus carencias”

El presidente del Partido Popular ha defendido la posición del Grupo Popular en el debate de totalidad del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2011.Durante su intervención, Rajoy denuncia que la situación de España no es la que «debería» y destaca que actualmente no nos encontramos en el momento de «exponer buenos propósitos para salir al paso. Necesitamos la adecuación de los medios porque las últimas medidas anunciadas por el Gobierno darán como resultado: más paro, más deuda, más impuestos y más recortes sociales». Por tanto, el líder popular no comprende los motivos por los que «lo que a todo el mundo le parece mal, cuente con la bendición de esta cámara». En el Pais Vasco y Canarias también se van a sufrir las consecuencias de la aprobación de estos presupuestos, ya que ambas comunidades han tenido un aumento del paro, se reabajarán las pensiones, se subirán los impuestos y se aumentará el déficit.

El líder popular cuestiona al Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Coalición Canaria (CC), «¿dónde queda aquella inquetud por la defensa de los pensionistas? ¿y la energía con la que defendieron los recortes que hoy están apoyando?». De esta manera Mariano Rajoy es tajante «estos presupuestos o sirven o no sirven. No son el instrumento adecuado, ni austeros ni fiables». Rajoy ha aludido a los dos partidos que han apoyado estos PGE cuestionando si en el País Vasco o Canarias «no hay paro», y pide «que algún día nos expliquen qué han acordado PNV y CC con el Gobierno».

Durante su intervención, otro de los puntos fuertes que ha puestos de manifiesto el líder popular ha sido que estos Presupuestos optan por los «recortes indiscriminados. Son unos Presupuestos contra las políticas de crecimiento y antisociales». En conclusión, el número uno del PP pide que se hagan las cosas bien bajo la premisa de que: «España se recuperará en cuanto se hagan las cosas bien» y esto llevará consigo una vuelta a la confianza, la inversión y la creación de empleo.ç

El líder popular ha respondido a la vicepresidenta segunda del Gobierno afirmando que la Elena Salgado no iba a hablar de los acuerdos entre el Gobierno con PNV y CC y «lo ha hecho por mi intervención». Efectivamente he hecho referencia a la intevención de Rajoy pero «usted debería haber advertido que esto se lo trasladé a la Cámara no a usted, porque usted no ha intervenido para nada en estas negociaciones, en las que no ha habido transparencia». Por tanto, Mariano Rajoy afirma el «sin sentido» y la falta de propuestas solo aseguran una subida del paro. Por tanto y en conclusión, Mariano Rajoy es tajante. «No voy a votar estos Presupuestos: por su contenido, por su origen, por la política económica nefasta, porque no tienen futuro, ni credibilidad. Es lo mejor para España». Además el líder popular ha pedido ante la cámara que este documento se devuelva «al sitio de donde nunca tuvo que salir».

Los PGE para 2011 son “para salir del paso” , según el Instituto de Estudios Económicos

  • La presión fiscal repercutirá negativamente sobre el crecimiento económico.
  • Se deberían recortar las cotizaciones sociales y el impuesto sobre sociedades.
  • La previsión del Gobierno sobre el PIB y la tasa de paro no son realistas.
  • El déficit público se ha convertido en un problema por sí mismo.

El Instituto de Estudios Económicos ha presentado la Nota de Opinión sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2011. El informe, presentado por Gregorio Izquierdo, Director del Servicio de Estudios, destaca que los PGE para el año que viene son unos Presupuestos “para salir del paso” y carentes de política económica, en los que se han elevado los impuestos y recortado de forma lineal casi todos los programas de gasto, pero sin un plan consistente a largo plazo. Faltos de credibilidad, deberían haber reestructurado el gasto, mediante un replanteamiento de numerosas políticas y una reforma profunda en las Administraciones Públicas. Para ello hace falta un plan integral, coherente y estructurado. Además, la mayor presión fiscal que suscitan los Presupuestos repercutirá negativamente sobre el crecimiento económico, impactando sobre la competitividad empresarial y sobre la creación de empleo, por lo que debería priorizarse el recorte de aquellos que penalizan la contratación (cotizaciones sociales) o reducen su nivel por la vía de encarecer la inversión (impuesto sobre sociedades).

A pesar de la profunda crisis que está atravesando España, ésta ha conseguido, por el momento, escapar del ojo del huracán de la crisis de la deuda que arrasó los mercados financieros europeos entre abril y junio, y que obligó al Gobierno a adoptar una política más seria de consolidación fiscal. Este respiro ha sido posible gracias a la credibilidad generada por los ajustes fiscales iniciados, por el intenso proceso de reestructuración en el que se encuentran las Cajas de Ahorros y por la publicación de los test de estrés a finales de julio. Pero este equilibrio es muy frágil, por lo que los PGE deberían, ahora más que nunca, despertar confianza y credibilidad.

En los dos primeros trimestres de este año, nuestra economía ha presentado tasas de crecimiento intertrimestrales positivas, un 0,1% y un 0,2%, respectivamente, gracias a un renovado, aunque probablemente temporal, empuje de la demanda nacional, tanto del consumo como de la inversión en bienes de equipo, cuya aportación al crecimiento ha vuelto a ser positiva tras ocho trimestres de contribuciones negativas. Pero los datos que se conocen del tercer trimestre apuntan a un debilitamiento de la actividad económica. El cuadro macroeconómico para los PGE de 2011 prevé un ascenso del PIB del 1,3%, cifra irreal si la comparamos con la manejada por el consenso y por los organismos internacionales, que se sitúa entre el 0,4% y el 0,8%.
Respecto a la previsión de la evolución del empleo tampoco es realista. Se estima un ascenso del 0,3%, cuando lo más probable es una caída del 0,5%. La tasa de paro media anual, por su parte, no bajará del 20%, frente al 19,3% pronosticado por el Gobierno. En suma, el cuadro macro sobre el que se sustentan los PGE-2011 contiene una sobreestimación de la demanda y del producto, y una infraestimación del desempleo, lo que hace imposible el cumplimiento de las previsiones de los ingresos y de muchos de los gastos contenidas en los mismos.

Es necesaria una reestructuración del gasto público
Los recortes han sido muy generalizados, y afectan prácticamente a todas las políticas y a todos los programas de gasto, con pocas excepciones. La estrategia seguida por el Gobierno
para afrontar el ajuste ha sido la de recortar la dotación destinada a cada programa, especialmente en los capítulos de operaciones de capital. En lugar de ello, se debería haber efectuado una reestructuración completa del gasto mediante el replanteamiento de todos y cada uno de los programas, suprimiendo en su totalidad los que sean innecesarios o dupliquen otros de las CC.AA., por tratarse de competencias transferidas, integrando programas para reducir costes cuando sea posible. Asimismo, se debe llevar a cabo un plan de reforma global de las Administraciones Públicas para elevar su eficiencia y reducir su tamaño, labor que puede superar el ámbito de actuación de unos PGE, y que requiere la colaboración de todas las Administraciones Territoriales, pero hacia el que el Gobierno no ha dado ningún paso.

La entrada en vigencia en 2011 del nuevo sistema de financiación territorial conlleva una reducción tanto de los ingresos del Estado, debido a la mayor participación de las Comunidades Autónomas en la recaudación impositiva, como de los gastos, porque esa mayor participación en los ingresos supone también una reducción de los recursos transferidos a las mismas. Esto hace que las cifras de gastos totales contenidas en los PGE-2011 no sean comparables con las de los PGE-2010, salvo que se excluya de ambas la cuantía destinada a la financiación de las Administraciones Territoriales. En estos Presupuestos, una de las partidas que ha sufrido mayores recortes ha sido la inversión pública, que debería ser revisada, mientras que el recorte previsto del gasto público será insuficiente. Crece la presión fiscal; se aplaza la recuperación

El Proyecto de PGE estima unos ingresos impositivos totales por valor de 164.278 millones de euros para el próximo año, es decir, un 6,2% adicional respecto al año anterior atendiendo al avance de la liquidación. El aumento de la recaudación impositiva viene avalado, fundamentalmente, por dos hechos: la recuperación económica prevista por el Gobierno para 2011 y el aumento de la presión fiscal motivado por la subida de los tipos impositivos de distintas figuras tributarias. Es cierto que la consolidación presupuestaria era inaplazable e ineludible para devolver la confianza a los agentes económicos, pero la vía adecuada es la de la reducción del gasto. En este sentido, las medidas de consolidación presupuestaria no deberían incluir un aumento de la presión fiscal, y mucho menos sustentar ese aumento en la imposición directa. De hecho, es inconcebible que la recaudación impositiva directa crezca un 6,5% frente al aumento del 5,7% de los impuestos indirectos, lo que responde a una estructura tributaria que provoca un exceso de gravamen, distorsionando las principales decisiones de los individuos sobre el trabajo, el ahorro o la inversión. En el contexto actual en el que se atisba una leve recuperación económica, no resulta lo más conveniente penalizar el trabajo dado el nivel de desempleo ni tampoco el ahorro con el elevado nivel de endeudamiento de la economía española. Dentro de las prioridades, es obligado revisar el Impuesto sobre Sociedades que sigue siendo uno de los más gravosos de Europa con el consiguiente impacto sobre la competitividad empresarial, la cual se vería beneficiada además si se redujeran las cotizaciones sociales a cargo del empleador.

El déficit público seguirá disparado durante este año, por lo que es necesario un ajuste vía reducción del gasto público corriente y nunca incrementando los impuestos, ya que los multiplicadores de recuperación económica son más elevados para las bajadas de estos últimos que para los aumentos de gasto. Nuestro déficit público se ha convertido en un problema en sí mismo. Hay que contemplar el déficit del 2010 que, incluso, tras el plan de ajuste de mediados de año, va a cerrar este ejercicio en un nivel del 9,3% del PIB, según el Gobierno, cuantía que también supone un importante discrepancia respecto al 5,4% que planteaban los Presupuestos para este ejercicio en curso. Si los Presupuestos no se cumplen y, además, en magnitudes elevadas, pierden credibilidad, con lo que dejan de servir de referencia a los agentes económicos. Es obligado evitar las desviaciones y ampliaciones de crédito sobre lo presupuestado. A estos efectos, se debería en los PGE incorporar un detalle de las partidas de ajuste y de la prioridad entre ellas, que serían de supresión automática en el caso de que se produjeran desviaciones de gasto o aumentos de déficit por encima de la previsión inicial. Un programa de consolidación presupuestaria suficiente y creíble es la clave también para luchar contra el espectacular aumento de las primas de riesgo de nuestra deuda pública derivado del incremento del déficit, como ocurrió la pasada primavera, que puso de manifiesto una fuerte pérdida de confianza acerca de nuestra capacidad de hacerla frente en el actual contexto recesivo.

El Círculo de Empresarios propone un organismo independiente que fiscalice a las CCAA y Ayuntamientos

* Los presupuestos no generan la credibilidad y confianza necesarias ya que se apoyan sobre unas previsiones económicas irreales.
* Es difícil ver cómo ayudan estos presupuestos a asentar el nuevo modelo de crecimiento que el Ejecutivo pretende consolidar.
* Necesitamos unos objetivos fiscales creíbles, un plan y un calendario para lograrlos y unas reformas estructurales serias y coherentes.

El presidente del Círculo de Empresarios, Claudio Boada, el presidente del Comité de Política económica, Fernando Eguidazu, y la directora de Economía, María Jesús Valdemoros, han presentado hoy el Documento “Presupuestos Generales del Estado 2011: España en la encrucijada”. En él se plantea la necesidad de un ajuste fiscal de naturaleza estructural para tratar de salir de la delicada situación en que se encuentra la economía española.

El Documento destaca los factores políticos que influyen negativamente en la adopción creíble de un enfoque necesario para el ajuste de nuestros graves desequilibrios. En este sentido apunta al hecho de que se está supeditando la aprobación del proyecto gubernamental “exclusivamente a acuerdos políticos sobre cuestiones diferentes de los propios presupuestos, relegando el principal criterio con que deberían juzgarse: su adecuación a las necesidades de la economía española”. Asimismo se dice que “nos encontramos con el desgastado capital político de un gobierno que primero negó sistemáticamente la existencia de la crisis y después retrasó la adopción de medidas (…) e incumplió los compromisos asumidos en sus propios presupuestos anteriores”.

A esto hay que añadir que los presupuestos “no generan la credibilidad y confianza necesarias, ya que se apoyan sobre unas previsiones económicas irreales”, pues “sólo el gobierno cree en un crecimiento del 1,3 por ciento, un valor inalcanzable”. El Círculo señala que “para 2011 y años siguientes necesitamos de una voluntad clara de corrección de los desequilibrios, unos objetivos fiscales creíbles, un plan y un calendario para lograrlos y unas reformas estructurales serias  y coherentes”. Aunque se pueden calificar estos presupuestos de austeros, dice el Documento,  “es difícil ver cómo ayudan a asentar el nuevo modelo de crecimiento que el Ejecutivo pretende consolidar”.

Teniendo en cuenta que los equilibrios fiscales de las CC.AA y de las CC.LL son la clave para el cumplimiento de los objetivos fiscales adoptados frente a la Unión Europea, el Documento propone la creación de un organismo fiscal independiente, en línea con la Oficina de Presupuesto del Congreso de EE.UU., al que deberían estar plenamente sujetas las políticas fiscales de estas Administraciones públicas. “De esta manera –dice– se corregiría la actual asimetría del sistema en el que las posibles sanciones europeas recaen únicamente sobre la Administración Central”.