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Todos los ojos puestos en el Kremlin

De poco sirvió ayer el debate parlamentario para aclarar el papel del Gobierno en el caso Repsol. Rodríguez Zapatero aseguró que el Ejecutivo apoyará y defenderá a Repsol YPF y a sus accionistas de referencia, pero reiteró que no intervendrá para impedir la entrada en su accionariado de la petrolera rusa Lukoil. Por su parte Mariano Rajoy aseguró que el Gobierno tiene armas legales para intervenir en la operación y que si no lo hace acusará al presidente del Ejecutivo de ser el responsable de un «escándalo mayúsculo». A la chita callando Lukoil sigue avanzando en sus pretesiones de hacerse con el paquete de control de Repsol, si no puede el 30 por 100, pues el 20, y ha prometido aportar garantías crediticias adicionales. Pero la pregunta del millón es: ¿garantías de quién, de los bancos americanos o del propio Obama?,  porque aquí nadie se fía de nadie… Puestos escoger parecen más solventes el Santander o el BBVA que el Citi o el Chase.

El presidente de Repsol ha dicho a la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC) que “su actuación tiene como objetivo fundamental defender los intereses y crear valor para el conjunto de los accionistas de Repsol». Es decir, «humo de pajas» si tuviera que resumirlo un castizo.

Por su parte, el ex presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO) y diputado del Partido Popular, Ramón Aguirre, consideró que permitir la entrada de Lukoil en el accionariado de Repsol posibilitaría que el Gobierno ruso «tenga capacidad de ejercer presiones» en España y Latinoamérica. Aguirre se mostró convencido que el Ejecutivo ruso está «indirectamente» detrás de la operación y recordó que el Kremlin ya ha manifestado en otras ocasiones su intención de «utilizar la energía como elemento de presión geopolítica».

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, ha pedido a los Veintisiete un plan de medidas contra la crisis que cuente con un presupuesto del 1,5% del Producto Interior Bruto (PIB) del bloque, lo que suma unos 200.000 millones de euros. De éstos, 170.000 millones (el 1,2% del PIB de la UE) tendrán que ponerlos los Estados miembros a través de medidas nacionales. Los otros 30.000 millones de euros (0,3% del PIB), vendrán del presupuesto comunitario, fundamentalmente a través de un adelanto de los pagos de los fondos estructurales y de cohesión.

Y dos caras de la misma moneda. Mientras el Gobierno británico amenaza con tomar medidas legales contra los bancos si no reanudan inmediatamente la concesión de créditos, lo que puede obligar a la banca a abrir sus cuentas para poder hacer un seguimiento de sus prácticas crediticias, en España Pedro Solbes afirmó que el Ejecutivo no puede pedir a las entidades financieras que lleven a cabo una política crediticia que entrañe un riesgo y que pueda amenazar la solvencia de esas entidades. Que es como dejar que todo siga igual. Para eso tampoco hacen falta tantos expertos.

Montoro y Vegara, diálogo de sordos con Repsol como telón de fondo

La ventaja de los debates civilizados es que dos adversarios políticos como David Vegara, secretario de Estado de Economía del gobierno socialista y Cristóbal Montoro, ex ministro de Economía del gobierno popular, pueden discutir sin desviarse un milímetro del guión. Sólo la ironía de Montoro despertó en algunos momentos a los asistentes al Foro Europa de la Nueva Economía en el hotel Palace. Vegara dijo que las cosas no están tan mal como las pinta el PP y Montoro que las cosas no están bien como las pinta el Gobierno.

La verdad es que escuchar a dos funcionarios en la cresta de la ola, como Montoro y Vegara, hablar del paro sonaba a discurso artificial, porque ambos saben que ninguno de ellos va a engrosar las cifras del desempleo. Sólo se animó el debate a la hora de los Presupuestos. Montoro dijo que no sirven para nada y metió la pata al decir que el Gobierno no debería anunciar que van cambiar el cuadro macro antes de llevarlo a cabo. Vegara, que estaba contra las cuerdas, vió la luz en el desliz de Montoro y, naturalmante, se dio al autobombo al reconocer que este gobierno no oculta la realidad aunque mejor hubiera sido que hubiera dicho que el Gobierno acierta cuando rectifica.

El minuto de oro, que  no hubo más, se lo llevó Repsol. Montoro dijo que el PP estaba en contra de la toma de control de Lukoil y, sobre todo, del pacto del apoyo del Gobierno a Sacyr. Vegara, que no debía a esas horas estar muy seguro de si la postura del Gobierno seguía siendo a favor o en contra, echó balones fuera y exculpó al ICO de cualquier resposabilidad en la concesión del crédito a Sacyr con el que compraron el 20 por 100 de Repsol.

Por su parte Rodríguez Zaptero que ve que la operación cada vez se complica más y que no tiene apoyos en el resto de los mandatrios de la Unión Europea (otra cosas es que la oferta fuera de una empresa francesa o alemana) dijo que el Gobierno no tiene intención de intervenir para frenar la posible compra de un 30% de la petrolera Repsol YPF por la rusa Lukoil. «Creo que en la economía hay que intervenir lo justo (…) Descreo (neologismo de Zapatero) en el proteccionismo; es un elemento de retroceso. Nuestro país va a seguir siendo un país para la inversión extranjera». Otros portavovces socialistas, como el diputado Manuel de la Rocha, han explicitado su oposición en aras de la socialdemocracia, lo que seguro que dará pie el Presidente para justificar su marcha atrás alegando que escucha a las bases. Otro que tira balones fuera, ahora que empieza a perfilarse la postura de Zapatero, es el  presidente del Instituto del Crédito Oficial (ICO), Aurelio Martínez, que calificó la operación de «muy complicada» por la financiación a la empresa rusa Lukoil para entrar en el capital de Repsol a través de la compra de la participación de Sacyr Vallehermoso.

El que se ha quitado de enmedio es el ex director general de Recursos Humanos de Repsol YPF Jesús Fernández de la Vega, hermano de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que ha presentado su «renuncia irrevocable» al cargo de director gerente de la Fundación Repsol, un puesto para el que fue nombrado el pasado 13 de noviembre, para evitar que su nombre pueda ser utilizado para «empañar» la reputación de la empresa o «dañar» la trayectoria de su familia.

En la Zarzuela se sigue todo este proceso con lupa, ya que un titular de El Confidencial (técnicamente correcto pero cargado de intención) ha hecho saltar todas las alarmas. A través de los medios oficiales se ha dicho que el Rey no ha llamado por teléfono ni al presidente ruso, Dimitri Medvedev, ni al primer ministro, Vladimir Putin, para abordar la eventual entrada del grupo ruso Lukoil en Repsol porque «ese no es su papel». Un portavoz de Casa Real subrayó que una de las labores fundamentales de Don Juan Carlos es favorecer el mejor clima de entendimiento con otros países, lo que indudablemente favorece la expansión y los intereses de las empresas españolas. Esta fuente rechazaba que el Rey haya tenido una participación «directa» en el interés del grupo ruso Lukoil de entrar en Repsol. Continuará…

Del Rivero como Don Tancredo, firme y a esperar que escampe en Repsol

El mercado asiste atónito a los nuevos capítulos que se van conociendo sobre el interés de Lukoil por Repsol, o habría que decirlo al revés, el presunto interés del Gobierno porque Repsol pase a ser controlada por Lukoil. Según pasan los días el asombro es mayor, toda vez que los rusos no pagan en dinero, sino como se dice vulgarmente, con pepelitos. Tampoco se entiende muy bien el interés del Santander y de la Caixa por quitarse de encima estas acciones, salvo que la necesidad de hacer caja sea mayor de lo que se presuponía. El único que de verdad sale bien parado es Luis del Rivero, ya que le endosa la deuda de su aventura inmobiliaria de Sacyr-Vallehermoso a otro, eso sí con las bendiciones de Zapatero,  y sálvase quien pueda. La verdad es que ver a este señor tan rico (o tan pobre) ir de desayuno en desayuno y de sarao en sarao sin inmutarse, saludando a diestro y siniestro, llama la atención, porque a un empresario normalito en su lugar no le llegaría la camisa al cuello.

Y en estas estamos cuando en plenas negociaciones sobre su futuro accionarial, Repsol ha designado a Jesús Fernández de la Vega, hermano de la vicepresidenta del Gobierno, para ser el director general de su fundación. Repsol ha dicho en un comunicado que descartó un posible acuerdo con el grupo ruso Lukoil en enero de 2007 y rechaza cualquier injerencia externa en esa decisión. Las conversaciones contemplaron «un cruce de participaciones accionariales y un acuerdo de participación conjunta en reservas de petróleo» cuyo objetivo era aumentar las reservas de crudo de Repsol. La compañía subraya que estas negociaciones «iniciadas a finales de 2006, se suspendieron por decisión de la Comisión Delegada, tomando en consideración la inoportunidad de modificar la estructura accionarial de la empresa» tras la incorporación de Sacyr como primer accionista del grupo. Por último, Repsol explica que su presidente, Antonio Brufau, «no recibió indicación alguna por parte de ninguna persona ni de instancia externa a la compañía para la toma de dicha decisión». Miguel Sebastián ha asegurado que la entrada de Sacyr Vallehermoso en Repsol YPF en 2006 fue «voluntaria» y obedeció a una decisión «estrictamente empresarial en la que el Gobierno no participó en absoluto». Sebastián puntualizó que mientras estuvo al frente de la Oficina Económica del Gobierno no vetó la entrada de la petrolera Lukoil en el accionariado de Repsol YPF.

Según los mercados el acuerdo de venta de una participación del 29,9% de Sacyr Vallehermoso y Criteria en Repsol a la rusa Lukoil implicaría de manera colateral una salida parcial o total de la petrolera de Gas Natural, con la posibilidad para el holding de participadas de La Caixa de elevar su participación en la gasista hasta el 49,9% sin necesidad de lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) de acciones, informa Fortis. Criteria y Repsol, los dos principales accionistas de Gas Natural con una participación del 37,5% y del 30,85% respectivamente, tienen un pacto de control y gobierno en la gasista. Y a todo ésto, ¿qué dice Solbes…?