Poco a poco van cayendo nuevos recortes, tasas e impuestos. No es que me escandalice, que ya lo esperaba desde hace tiempo, pero retrata a los políticos que tratan de hacer malabarismos con las cuentas. No importa el signo político ya que a este respecto todos están cortados por el mismo patrón, pero llama la atención cómo se retuerce la realidad haciendo falsas promesas.
Madrid anda necesitado de dinero, igual que otras comunidades autónomas, y los milagros en economía no existen. O subes los impuestos, o bajas los gastos, o las dos cosas al mismo tiempo. No seré yo quien censure a Ignacio González por haber aprobado el recetazo en Madrid, lo que censuro es que no lo haya impuesto Ana Mato para todas las comunidades autónomas. La sanidad, la educación y las pensiones son los tres grandes pilares del Estado del bienestar o del Estado social, como dice nuestra Constitución. Pero ni es gratis ni es fácil. La sanidad se presta, sobre todo, a abusos y derroches que ponen en peligro la extensión del sistema de salud pública a todos los españoles. Pero debe ser igual para todos.
Expertos habrá para buscar medidas de ahorro, pero lo que es a todas luces impresentable es ahondar en un sistema en el que hay españoles de primera y de segunda. La salud no debe ser motivo de discriminación entre ciudadanos en función de la CCAA en la que vivan. No se puede admitir que en Cataluña o Madrid las recetas cuesten más que en Andalucía o Galicia. Que Navarra haya decretado la insumisión fiscal en materia sanitaria para sus pensionistas, medida que, previsiblemente, se extienda al País Vasco. Difícilmente vamos a mantener la caja única de las pensiones si ya hemos roto la de la salud. De ahí al sálvese quien pueda, hay un paso.
Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 4 de noviembre de 2012
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