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Presupuestos de infarto

La dimisión de Zapatero y la convocatoria de elecciones generales no son un asunto partidista sino una cuestión de Estado. Tras la pérdida de confianza en este Gobierno avalada por el voto de los españoles, el BOE publicó el 24 de mayo dos órdenes ministeriales que secuestran la voluntad de cambio durante lo que queda de este ejercicio y el próximo, gane quien gane en las elecciones de 2012.

Se trata de sendas disposiciones con las normas para la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado para 2012, firmadas por la vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado. Esto significa que, a pesar de que el PSOE está roto y los barones del partido tratan de echar a Zapatero y no está claro quién va ser el sustituto/a, la maquinaria del Estado continúa en las mismas manos y se dispone a elaborar, una vez más, la ley más importante en democracia para una nación: la ley de Presupuestos.

Por razones desconocidas sólo achacables al caos de la Administración del Estado, la publicación en el BOE de las normas para la elaboración de los escenarios presupuestarios para 2012-2014 y las normas para la elaboración de los Presupuestos Generales para 2012 se han publicado al límite del tiempo razonable para presentar las cuentas, toda vez que en el citado decreto se insta a los centros gestores a que envíen la propuesta de ingresos y gastos a la Dirección General de Presupuestos antes del 11 de junio, es decir, 14 días hábiles.

A partir de esta fecha –y hasta septiembre– el Gobierno podará las cuentas del Estado, organismos autónomos, Seguridad Social y agencias estatales hasta cumplir los requisitos que imponga Merkel y, después serán subastados al mejor postor entre PNV, CiU y CC para ver quién le presta oxígeno a Zapatero hasta que los albañiles terminen su casa de León.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LAGACETA (Madrid), el 26 de mayo de 2011

España, país del esperpento

En un país en donde el mismo tribunal es capaz de excarcelar al etarra más sanguinario y buscarlo pocas horas después, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que la misma ministra vende armas a un dictador y luego lo combate a sangre y fuego, puede pasar cualquier cosa. En un país en donde el mismo ministro que critica las prejubilaciones las aprueba en el BOE, puede pasar cualquier cosa. El mismo país en el que los sindicatos montan huelgas y ponen el cazo para cobrar la subvención, puede pasar cualquier cosa.

En un país en el que el Gobierno critica los Eres de las empresas con dinero privado y aprueba los de cajas de ahorros con dinero público, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que paro llega a los cinco millones y el ministro de Trabajo echa la culpa a la población activa, puede pasar cualquier cosa.  En un país en el que se critica a los banqueros y luego se ayuda a la banca, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que el sistema financiero es el más sólido de Occidente y luego no supera los test de estrés, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que las películas que menos se ven son las que más cobran, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que el que es más fácil aprobar y hay más suspensos, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que no se cobran las facturas y hay que pagar el IVA, puede pasar cualquier cosa.

En un país que se aprieta el cinturón y se mantienen 17 reinos de taifas que gastan a manos llenas, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que se debate el copago en la sanidad y se regalan medicinas sin recta, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que los pobres pagan las energías renovables de los ricos, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que no existía la crisis y hoy no salimos de ella, puede pasar cualquier cosa. En un país en el que a pesar de todas estas evidencias Zapatero  ha ganado dos veces, puede pasar cualquier cosa. Valle Inclán no tendría mejor argumento.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en el diario LA GACETA (Madrid), el 21 de abril de 2011

La Economía del esperpento

Si un empresario fracasa no le queda otra que plegar velas, liquidar el negocio y tratar de buscar las habichuelas en otro sitio. Así ha ocurrido con unas doscientas mil empresas en los dos últimos años, una media de 270 sociedades diarias. Eso sin contar los autónomos que desaparecen a un ritmo todavía mayor, a razón de 500 diarios. Si el que fracasa es un político es recolocado sin merma en sus honorarios, si cabe incrementando los mismos con las indemnizaciones pertinentes. Otro gallo cantaría si Celestino Corbacho tuviera que pasar por la lista del paro y los trámites del INEM, hacer cola desde la siete de la mañana, sacar su numerito y presentar su desvencijado curriculum ante un funcionario que tiene que atender a 150 parados al día.
Mientras esto ocurre en la España real, la cama de la política ofrece el esperpento de unos Presupuestos que sin estar presentados ya cuentan con un padrino generoso que a diferencia de lo que es habitual y correr con el gasto, quiere romper la hucha del abuelo. A cambio, dos años de estabilidad para negociar con ETA. El esperpento es que ahora el otro padrino catalán (CiU) pide cuentas a Zapatero a costa de la reforma laboral y las pensiones. ¿Pero no habían sido ellos los que con su abstención en el Congreso han dado oxígeno al Gobierno?
Esta es la España de los despropósitos ya que el mismo día un ciudadano corriente puede  escucha a Zapatero con rostro demudado defender la austeridad y los recortes y, al mismo tiempo, comprobar cómo su dinero se reparte a manos llenas. Sin ir más lejos (ver BOE) 302.000 euros para Festivales de cine ó 219.989,30 euros para libros sobre mujeres a costa del Ministerio de Igualdad, con títulos tan sugerentes como “Emma Goldman. Anarquista de ambos mundos”; “Poseía eres tu… pero yo no quiero ser poesía” o “Alta velocidad (Divinas y chamuscadas)”. No cortar de raíz el despilfarro es un insulto a parados y jubilados a los que se les van a rebajar sus ingresos.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 10 de septiembre de 2010

Clase media, los ricos de ZP

En los próximos días el Gobierno pondrá en marcha la maquinaria de los Presupuestos Generales del Estado. La cumbre de la UE con Latinoamérica y el Decreto ley de convalidación del recorte del gasto (el zapatazo) ha aplazado momentáneamente el anuncio en el BOE de las cuatro comisiones que se constituyen al efecto: Políticas de gasto, Análisis de programas, Ingresos y Presupuestaria. Y no han podido convocarse ya que aún se desconoce el escenario que debe fijar el Gobierno, que viene delimitado por el techo de gasto para 2011.

El presupuesto de 2010 se aprobó con el voto espurio del PNV y de Coalición canaria con un aumento del gasto del 17 por 100 que el Gobierno presentó, faltando a la verdad, como si tratara de un recorte del 4 por 100. La ministra Elena Salgado no sólo ha quedado desacreditada por la falsedad de sus cuentas sino que hasta la vicepresidenta primera, Fernández de la Vega, le enmienda la plana y actúa de portavoz de su ministerio. La nota de Presidencia justificando las dificultades del Tesoro para colocar la última emisión de deuda ha dejado perplejos a los mercados.

Frente a tal cúmulo de despropósitos Zapatero anuncia ahora que subirá los impuestos a los ricos.  De las 18 millones de declaraciones de IRPF que se presentan al año sólo un 4 por 100  reconocen unos ingresos superiores a los 60.000 euros y estas rentas ya tienen el marginal en el 43 por 100. El grueso de la recaudación está en los tramos que declaran entre 30.000 y 60.000 euros, es decir, en la clase media.  ¿Son éstos los ricos de Zapatero? A falta de otros argumentos y ante el descrédito nacional e internacional que acumula este Gobierno, Zapatero echa mano de la demagogia más barata: leña al rico, al cura y al banquero. Pero pagarán los de siempre, la clase trabajadora que, con empleo o en paro, no puede eludir el incremento del IRPF, el IVA o de los impuestos especiales sobre gasolina, alcohol o tabaco. CiU, que tiene la llave de las elecciones anticipadas, se fuma un puro.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario La Gaceta (Madrid), el 20 de mayo de 2010