Uno de los argumentos más socorridos durante los últimos años es que estamos ante una crisis global de la que no se salva nadie. Vamos, más o menos como una maldición bíblica ante lo que único que se puede hacer es esperar a que escampe. Nada más lejos de la realidad. En Europa, el furgón de cola es España tanto en términos de crecimiento del PIB como en tasa de paro. Pero si lo comparamos con lo que está ocurriendo en Iberoamérica la diferencia es abismal. Pocas veces nos ocupamos de los países de Iberoamérica, salvo en caso de catástrofes o calamidades, cuando están siendo un ejemplo de superación encomiable.
A diferencia de Europa, todos los países americanos tienen crecimientos del PIB que ya los quisiéramos para España y se han convertido en locomotoras de la economía mundial. Si nos fijamos sólo en los más grandes, México lleva tres años rozando el 5 por 100; Argentina creció el año pasado un 8 por 100 y se esperan datos para este año y el que viene del 3 por 100; Brasil está en tasas del 2 por 100 y se espera que las duplique en 2013. Chile está creciendo al 5 por 100; Colombia por encima del 4 por 100 y, hasta Venezuela rozará este año el 6 por 100. Es verdad que aún quedan grandes masas de pobreza y enormes desigualdades, pero en muchos de estos países se está consolidando una clase media que está tirando de la demanda y mejorando el nivel de vida global de la población.
Los datos son del último informe del FMI, fechado en un día tan simbólico como el 12 de octubre de 2012, y deben servirnos de ejemplo de superación frente a las adversidades. Es más, muchas de nuestras grandes empresas sobreviven gracias a su negocio en Iberoamérica, ya que de otra forma estarían dando pérdidas en España.
Columna publicada por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid) el 11 de noviembre de 2012
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