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Método Ollendorf

A la vista de lo que ocurre cada día la pregunta que nos hacemos muchos españoles es si el Gobierno de Rajoy tiene la iniciativa en esta crisis o más bien corre muerto de pánico delante de los miuras de los mercados, improvisando cada mañana la agenda de Montoro, De Guindos y Nadal. Los consejos de Ministros de los viernes, con Sáenz de Santamaría al frente, se han convertido en la mejor versión del método Ollendorf, famoso profesor que desarrolló un sistema para aprender idiomas basado en la construcción de frases absurdas: “¿Es tu primo más alto que mi hermana?”, preguntan los periodistas. “No”, responde  la vicepresidenta, “pero el jardín de mi tía es más grande que la granja de tu abuelo”. La gente de la calle, que son los votantes y sujeto pasivo del ajuste, pregunta una cosa y el Gobierno le sale por peteneras, estrujando el lenguaje para aparentar que dice una cosa cuando en realidad está diciendo otra. Nos ocurrió con Zapatero cuando prohibió a sus ministros pronunciar la palabra “crisis” y lo estamos viviendo con Rajoy cuando les ha prohibido utilizar la palabra “rescate”. Y luego se rasgan las vestiduras de que las CCAA hagan lo mismo.

Frente al catastrofismo de la oposición y la tibieza del Gobierno cada vez más ciudadanos se hacen la misma pregunta: ¿Qué necesidad tenemos de ser rescatados para que nos impongan desde fuera lo que podemos decidir desde dentro? A no ser que el Gobierno no tenga agallas y prefiera echar la culpa, como hasta ahora, a Europa en vez de asumir sus responsabilidades. Hace años que millones de españoles han perdido el privilegio de tener vacaciones y pagas extras, pero como no protestan no se les tiene en cuenta. Se ha penalizado la iniciativa privada y el ahorro y los políticos se apoltronan y suceden de forma endogámica. PP, PSOE, CiU, PNV, etc., parecen secuestrados por su propia condición de vivir de la teta de la vaca sin atreverse a romper el nudo gordiano de esta situación, que no es otro que desmontar un Estado que no podemos mantener.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 29 de julio de 2012

El cabreo nacional

La ventaja de utilizar todos los días medios de transporte públicos es que no hace falta intermediarios para conocer de primera mano la opinión de la calle. Y la gente está muy cabreada, no sólo con el Gobierno y el PP, sino también con el PSOE y, en general, con todos los políticos y las instituciones que nos representan. El descontento no se oculta sino que se manifiesta de forma ostentosa, a viva voz, y el personal no aguanta un pelo. Que las cosas están mal se acepta con resignación, que los recortes vayan todos en la misma dirección eso es harina de otro costal.

Las manifestaciones y, sobre todo, los cortes de las calles por los funcionarios, son contestadas cada mañana con enfrentamientos e insultos ante la connivencia de la Policía que mira para otro lado. Parece que lo único que les importa es blindar el Congreso de los Diputados, pero el resto de las calles, al menos en Madrid, están a merced de los provocadores.  Miles de ciudadanos atrapados y cabreados no entienden por qué son secuestrados cada día por otros ciudadanos cabreados que no movieron un dedo mientras tres millones de trabajadores se iban al paro. Ahora les han tocado los moscosos, los canosos y la extra de Navidad, y tienen todo el derecho del mundo a protestar, pero no a costa de los currantes que malviven ya sin vacaciones, sin extras y sin empleo.

La gente de la calle, que son los votantes del PP y del PSOE, no entiende en qué les va a afectar al Rey o al Príncipe que se bajen el sueldo. Clama al cielo el súper contrato de Urdangarín, con un sueldo que supera diez veces el de D. Juan Carlos, cuando los negocios del yerno son un escándalo, sean o no punibles por la Justicia. Los españoles, que va a pagar más hasta por morirse, no entienden en qué les va a afectar a final de mes la rebaja a los ministros, altos cargos y diputados. Oyes por doquier pestes contra este absurdo Estado autonómico y hasta la gente corriente, que no es tonta, pide cerrar el Senado, la Cámara más inútil de la democracia.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño enel diario LA GACETA (Madrid) el 22 de julio de 2012

Bendito rescate

Ya estamos formalmente intervenidos aunque se nos presente a través de un documento aparentemente inocuo denominado ”Memorándum de entendimiento”, que en realidad es una imposición con 32 condiciones de obligado cumplimiento. Pero el rescate tiene una contrapartida en esas medidas de ajuste que ha presentado Rajoy con cara de funeral en el Congreso, absolutamente imprescindibles, pero que nadie se atrevía a adoptar. La UE ha hecho  a cara de perro más por la economía española que los últimos tres gobiernos juntos.

El déficit es absolutamente insostenible y de no tomar medidas drásticas y urgentes hubiera devorado a empresas y familias. El sistema financiero con la irrupción de políticos de todos los partidos que han vaciado las cajas de ahorro en su provecho es absolutamente impresentable. La desmesura del coste de la función pública con organismos superpuestos e inútiles que saquean las arcas del Estado y un crecimiento megalómano fuera de toda lógica, estaba a punto de fagocitarse a España. El mercado laboral es demencial cuando prima el cobro de prestaciones por desempleo antes de incentivar la búsqueda de trabajo. El sistema autonómico se ha degradado a niveles de patio de Monipodio con ejemplos de ineficacia y despilfarro que lo han convertido en inviable y exige un golpe de timón de calado constitucional.

La Unión Europea con sus imposiciones, su troika y sus hombres de negro ha roto el nudo gordiano que tenía secuestrada la economía española porque ningún gobierno se ha atrevido a abordar los temas tabú de nuestra transición, como es el poder de los políticos, sindicalistas y banqueros. Habíamos construido un castillo de naipes o un gigante con los pies de barro y estos europeos de mala leche a los que tanto hemos criticado nos han obligado a hacer las grandes reformas que atenazaban al Gobierno. Podremos criticar las formas pero han apuntado al foco del incendio. Ahora nos toca a los españoles optar entre la solución con sacrificios o el suicidio.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 14 de julio de 2012

Cantó el gallo

De tanto negar la evidencia Rajoy se está creyendo su propio discurso de que “aquí no pasa nada”. Alguno de sus asesores aúlicos debería explicarle que está en La Moncloa para gobernar y no para cumplir sus etéreas promesas electorales. Ya lo dijo el viejo profesor Tierno Galván, el Séneca de la transición, que pasó de estoico a cínico por un plato de lentejas, que las promesas electorales están para no cumplirlas. Como a Pedro en la noche de la prendición a Rajoy le ha pillado el gallo en evidencia.

La pueril escena de los ministros de Economía y Hacienda negando que estemos ante un rescate recuerda cada vez más el error, qué gran error, de Zapatero negando la  crisis, hasta que la crisis lo devoró y con él a todos nosotros. La escena del sofá que protagonizan los líderes políticos cada tarde en el Congreso está hartando a los ciudadanos, votantes de uno u otro partido, que ven como sus representantes hacen oídos sordos a sus problemas. Al final, han sonado las alarmas en Génova y no por los bandazos de la política económica, sino por la pérdida de credibilidad del Presidente que a esta hora habría perdido su mayoría absoluta de celebrarse hoy elecciones generales.

Señores Rajoy y Rubalcaba escuchen la voz de las calle que les pide a gritos un pacto de Estado para acabar con el derroche de las CCAA y de muchos de los organismos públicos que no sirven para nada. No se pueden recortar las medicinas, ni implantar el copago en las farmacias, subir el IVA y otros impuestos mientras les pagamos el sueldo, el teléfono, el ipad y el ordenador, amén de los viajes y la gasolina a los políticos.  Entérese de una vez que los hombre de negro que ha enviado Angela Merkel han venido para quedarse y preste oídos sordos a esa majadería de MAFO de que cuando el fango descienda el agua volverá a ser clara, porque mientras los culpables de la crisis serán rescatados y seguirán a flote, cinco millones de parados pueden haberse ahogado.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 8 de julio de 2012

Nada es gratis

No hay como ser autónomo para darse cuenta de que nada es gratis, empezando por el pago de la Seguridad Social. Cada mes llega de forma inexorable esa obligación de pagarte tu propia vejez, cosa que cuando cobras una nómina ni te enteras. La situación se agrava a partir de los cincuenta años, si además llevas cotizando una treintena en la banda alta. O sigues pagando de tu bolsillo lo que antes ponía la empresa o pierdes todos los derechos. Lo mismo pasa ahora con los falsos autónomos, trabajadores jóvenes y no tan jóvenes, a los que se les obliga a darse de alta si quieren cobrar sueldos de miseria. Contrasta esta situación con los fijos que, a pesar de algunos ajustes, siguen gozando de privilegios cada vez más inasequibles, como vacaciones, moscosos varios y pagas extras.

Traigo esta reflexión con motivo del rescate de la banca y de la falsa creencia, alentada por el Gobierno, de no nos va a costar nada. Nos van a prestar 100.000 millones de euros, además de los 800.000 que ya debemos -sin contar la deuda de empresas y familias-, y aquí no va a pasar nada. Vamos a seguir viviendo en babia creyendo que sólo la banca o los banqueros van a pagar esta ronda. Lo malo es que, incomprensiblemente, Rajoy y De Guindos están sembrando la idea de que lo peor ha pasado y que, a partir de ahora, ancha es Castilla.

Mientras, seguimos con un Estado imposible de reinos de taifas que son los culpables de la crisis por su megalomanía, por su intromisión en las cajas de ahorros y por la presión que han ejercido sobre estas instituciones para pagar sus caprichos y hacer ricos a sus amigos. El mal está en el origen y no en las consecuencias y si el Gobierno no lo quiere ver es que es ciego y tonto. El Estado necesita una enmienda a la totalidad porque es imposible de mantener. Basta que Rubalcaba diga que tiene la mosca detrás de oreja para que el Gobierno se achante. Qué dirán cuando se den cuenta de que no es una mosca, sino un elefante con una trompa gigantesca.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (MADRID), el 24 de junio de 2012

Lecciones de Grecia

Durante gran parte del siglo XX la teoría del dominó o el efecto bola de nieve impulsó muchas de las decisiones geoestratégicas de las potencias a uno y otro lado del telón del acero. La teoría se basaba en que si un país caía del lado capitalista o comunista, este empujaba al siguiente y así se formaba una cadena que era imposible de parar. Lo vimos en Indochina en los años 70 y también en la Europa del Este, en los 90, tras la caída del muro de Berlín. Este miedo atávico al efecto bola de nieve es el que ha mantenido en vilo a la Unión Europea al cierre de los colegios electorales en Grecia.

No es sólo que Grecia pudiera plantear algo inédito como salirse del euro, mecanismo que no figura ni en los tratados de la UE, sino que otros países, siguiendo la teoría del dominó, pudieran plantear alternativas parecidas ante la presión a la que se ven sometidos por la disciplina germana que impone Ángela Merkel y los eurócratas de Bruselas. O lo que es más grave, una cadena de bancarrotas y quiebras que hubiera sido el final de la Unión Europea. Grecia ha votado sí al euro a costa de tremendos sacrificios y ahora espera que Europa le tienda la mano y no la estrangule, porque en ese caso ni Nueva Democracia ni el Pasok tendrían nada que ofrecerle a sus electores en el futuro.

Ya no es momento de seguir lamentándose de si Grecia y otros países de la UE han tenido gobiernos irresponsables que les han llevado a la bancarrota. Si los griegos han firmado su compromiso europeísta en las urnas, la UE debe darles una salida que les permita pagar y vivir. Otra lección aplicable a España es que no gana el que más chilla, sino el que mejor convence. La pelota está ahora en el tejado de la Unión Europea. Es posible que hoy suban los mercados y se relaje la prima de riesgo, pero será una respuesta efímera si en la cumbre del G-20 y en el Consejo de la Unión no se sientan las bases para una nueva Europa y para una convivencia pacífica del euro y el dólar.

Artículo de Jesús F. Briceño publicado en el diario LA GACETA (Madrid) el 18 de junio de 2012

España y su banco

El Banco de España es algo más que un edificio histórico anclado en el corazón de Madrid frente a la Plaza de Cibeles. El Banco de España, como otras instituciones tales como el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Supremo o el Constitucional, además del Parlamento, son garantes de que estamos en un Estado de derecho, sometido a la Ley, y regido por hombres honrados. O así debería ser. Vivimos tiempos de zozobra e incertidumbre en los que no hay un referente del     que echar mano como si todos los pilares del Estado estuvieran en almoneda. La letra está bien, ¿pero quién la cumple? En el frontispicio del Banco de España podemos leer que es el banco central nacional y el supervisor del sistema bancario y como miembro del sistema europeo de bancos centrales (SEBC) define y ejecuta la política monetaria, realiza las operaciones de cambio de divisas, promueve el buen funcionamiento de los sistemas de pago y emite los billetes de curso legal.

Como banco central nacional, el Banco de España tiene asignadas funciones muy claras además de custodiar y gestionar las reservas de divisas y ocuparse de poner en circulación monedas y billetes, como promover el buen funcionamiento y la estabilidad del sistema financiero, supervisar la solvencia de las entidades de crédito y asesorar al Gobierno. ¿Por qué no le ha hecho? ¿Qué ha fallado? Esa es una de las grandes incógnitas de esta legislatura que merece una explicación a los españoles a través del Parlamento o de los tribunales de justicia.

Se inicia una nueva etapa en el Banco de España pero nunca se podrá cerrar la anterior si nadie da explicaciones de por qué estamos asomados al abismo. Llevamos años hablando de regeneración democrática, de transparencia, de luz y taquígrafos y de levantar alfombras, pero cuando llega la ocasión de dar o pedir explicaciones los políticos se tapan unos y otros e impera la ley del silencio. La solución no está en sangrar a los ciudadanos con la excusa de que vienen los hombres de negro.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid) el 10 de junio de 2012

El butrón de Bankia

Sr. Presidente, si hemos de morir díganos al menos por qué o por quién. Bajo qué bandera luchamos en este Iwo Jima, bajo la rojigualda de todos los españoles o bajo la enseña pirata de los especuladores. Olvídese de sí Rubalcaba o el PSOE van a sacar tajada de esta crisis y diga qué está pasando, si es que lo sabe. Y si es desde el Palacio de la Moncloa o desde la tribuna del Congreso, mejor. Once millones de votantes al PP se lo demandan, igual que los diez millones de clientes de Bankia. Tapone de una vez esta sangría de dinero y de rumores.

Sr. Presidente, ponga fin a la improvisación, a las ocurrencias y al baile de millones de euros como si fuera lo mismo mil que diez mil. No se puede acudir a un Consejo de ministros diciendo que la crisis nos va a costar como mucho 15.000 millones y que una semana después Bankia se coma ella sólita 24.000 millones. ¡Oiga, que son cuatro billones de las antiguas pesetas! Usted, que es Registrador de la propiedad, ¿sabe lo qué significa esa cifra? y, lo que es más importante, ¿de dónde va a salir?

Sr. Presidente, no se deje engañar, con 24.000 millones de capital cualquiera de los periodistas que nos dedicamos a la cosa económica le dejamos Bankia limpia como una patena sin necesidad de haber estudiado en Harvard. Será la entidad más saneada y rentable del mundo mundial a costa del resto de los españoles. ¿Dónde está IU y CCOO que hicieron piña con el PP para echar a Terceiro y colocar a Blesa? ¿Dónde está el PSOE y Tomás Gómez que son cómplices de este butrón? ¿Qué tiene que decir Esperanza Aguirre de una Caja que era el espejo de Madrid? Lo de Rato y Goirigolzarri es digno del psicoanalista o del Fiscal General del Estado. Mientras uno firma 309 millones de beneficios el otro cuenta 3.500 millones de pérdidas. Evidentemente uno se fumó aquel día la clase de contabilidad. Qué razón tenía Pio Cabanillas, gallego como Rajoy, cuando acuñó aquello de: “al suelo que vienen los nuestros”.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 1 de junio de 2012

Berger y Wyman, notarios del Reino

Si Zapatero hubiera entregado el control de las cuentas de la banca española a dos auditoras extranjeras como Roland Berger y Oliver Wyman hubiéramos puesto el grito en el cielo. Lo ha hecho Rajoy y miramos para otro lado, a pesar de ser el reconocimiento de que hemos rendido nuestra soberanía a dos entidades privadas, bastante opacas por cierto. Invito a los lectores a que visiten su página web y que saquen sus propias conclusiones, en inglés, naturalmente. Eso justo cuando la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría lleva ya dos consejos de ministros vendiéndonos la Ley de Transparencia. A la primera pregunta de cuánto cuesta esta auditoría de urgencia, la callada por respuesta. Mal empezamos si se trata de convencer y de insuflar confianza a los sufridos contribuyentes, no sólo a los mercados.

De empresas auditoras con pomposos nombres anglosajones que avalaron las subprime  están los cementerios de la crisis llenos. Las huestes de Roland Berger y de Oliver Wyman no tienen ni personal, ni medios, ni tiempo para hacer una evaluación creíble del pufo inmobiliario en la banca española, aunque pondrán el sello a lo que diga De Guindos, que necesita un marchamo de credibilidad tras las últimas pifias contables que nos han convertido en un país bananero. ¡Hasta Esperanza Aguirre, presidenta marchosa de Madrid,  nos ha dejado con el culo al aire a cuenta del déficit del año pasado en esta comunidad!

Me cuentan mis espías infiltrados en Moncloa que Mariano Rajoy tiene un cabreo como la copa de un pino con su equipo de Gobierno, ya que está harto de las permanentes rectificaciones que le sacan los colores ante la Merkel y ha visto como un bálsamo el triunfo de Hollande en Francia. Se siente engañado por los banqueros, reguladores y presidentes de CCAA, incluso de su propio partido. Solo reza para que De Guindos haya acertado esta vez con la elección de los Berger y Wyman boys como notarios mayores del Reino.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 27 de mayo de 2012

La ruleta griega

Los telediarios, igual que los periódicos, sin distinción de cadena o ideología, ofrecen machaconamente dos noticias encadenadas: los ministros y expertos se reúnen en Bruselas para solucionar los problemas de Europa, mientras sube el paro y las Bolsas caen a niveles del siglo pasado. Estamos pagando el sueldo a unos señores que no tiene ni idea de cómo salir de ésta y que siguen la teoría de que escampará cuando deje de llover. La crisis griega es un señuelo tras el que se escudan, ya que ni por tamaño, ni por PIB, ni por peso político su influencia es tal como para cargarse un gigante como la Unión Europea. La exposición de los bancos españoles a la deuda griega es ridícula comparada con los presupuestos de cualquier CCAA y, sin embargo, basta mentar su nombre para que se desplomen los mercados y suba la prima de riesgo.

Le echamos la culpa a los griegos cuando España es un sanedrín de gallos sin cabeza en el que las comunidades autónomas siguen desafiando al Estado con argumentos ridículos mientras la economía se desangra en discusiones estériles. El Banco de España con su suntuoso palacio es un dislate de irresponsabilidad que debería abrirse al público para solaz de los ciudadanos igual que en su día lo fueron el Retiro o la Casa de Campo. Max Estrella, rey del esperpento de Valle Inclán, lo hubiera hecho mejor que un gobernador sordo, mudo y ciego.

Decenas de miles de pequeños ahorradores, más indignados que los de la Puerta del Sol, hacen balance cada día, a eso de las cinco y media, hora lorquiana de amor y muerte,  de las pérdidas de sus acciones, bonos, preferentes, convertibles y fondos de pensiones.   De los parados ni hablamos, que  esos no tienen nada que contar. La economía se ha convertido en una ruleta en las que los crupieres tiran la bolita y rezan mirando al cielo jugándoselo todo a un número imaginario de la buena suerte. Nos engañan como a chinos echando la culpa a los griegos cuando nos tienen atrapados en un laberinto sin salida.

Artículo publicado por Jesús F. Briceño en el diario LA GACETA (Madrid), el 21 de mayo de 2012